¿Te imaginas producir tu propia cerveza sin necesidad de tener que ir a un bar a comprar una pinta o un gran tarro? Aunque no lo creas, hay personas cuyo cuerpo transforma la comida en alcohol. A esto se le llama síndrome de la autocervecería y aunque podría parecer lindo a la distancia, la gente que lo padece termina ebria después de comer.
Adam Stump, un pastor de 40 años de Pittsburgh, Pennsylvania, parecía estar ebrio todo el tiempo aunque no tomaba ni una gota de alcohol, pues arrastraba el discurso, se desmayaba y después no recordaba lo ocurrido. Stump dijo en una entrevista para el Daily Mail que en alguna ocasión, Jana, su esposa, lo encontró en el sótano y él no sabía cómo había llegado ahí. En definitiva no era un buen ejemplo para sus cuatro hijos pequeños.
Después de que Jana, de 37 años, sospechara que Adam era un alcohólico de clóset y que una prueba de alcoholemia mostrara sus niveles por encima del límite para conducir a pesar de haber estado todo el día en la iglesia, ella sospechó que el problema era más grave de lo que pensaba.
La mañana de Navidad estábamos abriendo regalos y mi esposa dijo que olía a alcohol y me preguntó si había estado bebiendo, pero literalmente nos despertamos.
—Adam Stump
Cuando comenzaron a visitar a los doctores, pocos estaban familiarizados con síntomas como los que presentaba Adam. Él solo vivía su vida, pero al parecer siempre estaba ebrio, incluso un médico le dijo que dejara de beber porque pensaba que era un alcohólico. Afortunadamente, Jana continuó investigando y vio que los síntomas coincidían con el síndrome de autocervecería (ABS, por su siglas en inglés).
Según Healtline, este padecimiento también es conocido como síndrome de fermentación intestinal o fermentación endógena de etanol y básicamente hace que el intestino convierta los carbohidratos, alimentos azucarados y con almidón en alcohol. Después de que lo diagnosticaron con ABS, Adam pudo iniciar un correcto tratamiento en marzo de 2021, pero no iba a ser un proceso fácil. Aunque no bebía alcohol, su cuerpo se había vuelto dependiente.
Adam presentó síntomas de abstinencia como náuseas, diarrea y calambres estomacales. Eran tan fuertes que lo obligaron a ausentarse del trabajo durante tres meses. Poco a poco, con una dieta sin carbohidratos, pudo recuperar su vida, pero a un costo muy caro, pues sus comidas se habían reducido a pocos alimentos. Ahora tendrá que comer huevos para el desayuno, hamburguesa sin pan para el almuerzo y pollo y bistec o ternera para la cena.
Nos deshicimos de todos los carbohidratos y el azúcar y seguí una dieta carnívora completa de carne, huevos y queso. Hay algunas cosas que nunca más podré tener en mi vida y eso controla la condición. Es un pequeño precio a pagar para estar sano. He tenido mucho cuidado de no introducir el tipo incorrecto de comida.