Un hombre de Estados Unidos vivía siempre borracho sin tener que gastar dinero en bebidas embriagantes, porque su cuerpo era una fábrica natural de fermentación.
Un hombre de 47 años se convirtió en un caso de investigación médica porque su sistema digestivo transformaba en alcohol los carbohidratos que digería. Los niveles de alcohol en la sangre de este paciente, de nombre todavía anónimo, aumentaban cada vez que comía porque sufría de un raro síndrome.
Todo comenzó en el 2011 cuando este hombre, sano y que solo bebía ocasionalmente, tuvo una herida en su pulgar y comenzó a tomar antibióticos. Un par de semanas después de que su tratamiento acabó, empezó a sentirse mareado, confundido y sufría de lagunas mentales.
Se sentía como si estuviera borracho y también su carácter empezó a cambiar. Tuvo que renunciar a su empleo y empezó a visitar a distintos médicos para saber qué le pasaba. Un psiquiatra creyó que tenía un trastorno psicológico e incluso le recetó antidepresivos. Pero él no mejoraba.
En el 2014 tuvo un accidente de auto, él no había ingerido ninguna bebida alcohólica, pero la policía no le creía. Lo llevaron al Centro Médico de la Universidad de Richmond y le hicieron pruebas médicas. Todos se quedaron sorprendidos al ver que sus resultados mostraban una alta concentración de alcohol en la sangre.
Era como si hubiera tomado al menos 10 copas de alcohol, pero el paciente no había bebido nada. Cuando lo dieron de alta, él fue a una clínica en Ohio y ahí descubrieron que en sus intestinos tenía la bacteria Saccharomyces cerevisia, que al entrar en contacto con carbohidratos produce una fermentación similar a la cerveza.
Los expertos lo llaman Síndrome de fermentación intestinal y cada vez que el paciente comía algo su sistema digestivo se intoxicaba de alcohol. Volvió al Centro Médico de Richmond y ahí le dieron un nuevo tratamiento para combatir hongos y desparasitarlo.
Este síndrome es muy raro y hasta ahora solo se han registrado cinco casos. Se cree que este hombre lo desarrolló debido al tratamiento de antibióticos que estaba tomando, porque eso alteró su flora intestinal y permitió el crecimiento de la bacteria.
Ahora el paciente está mucho mejor y lleva una dieta más normal, pero todavía debe examinar con frecuencia sus niveles de alcohol para estar seguro de no sufrir una recaída.