En 2004, la Selección Nacional de Balonmano de Sri Lanka fue invitada a participar en un torneo de 10 partidos en Alemania a través de un programa de intercambio cultural por medio del deporte. A pesar de ser considerados un equipo profesional, su desempeño en la cancha no fue el mejor. A la mañana siguiente, tan solo después del primer partido, ninguno de los jugadores y entrenadores de Sri Lanka se presentaron a desayunar.
Los alemanes pensaron que estaban perdidos, pero los jugadores dejaron una carta en su habitación agradeciendo las hospitalidades y diciendo “viajamos a Francia”. En el momento nadie sabía por qué lo habían hecho, pero eso no era lo más intrigante, sino que Sri Lanka no tiene un equipo de balonmano, la selección era falsa.
Programa de Intercambio Deportivo Asiático-Alemán
Cuando Ditmer Doering, un jugador profesional de tenis de mesa, viajó a Sri Lanka en 1981 para unas vacaciones, no se imaginaría que su vida cambiaría. Conoció a una local, también jugadora, de la que se enamoró y se quedó con ella. Ya para 1989, siendo el entrenador del equipo nacional de Alemania, pensó que sería buena idea hacer un programa en el que alemanes pudieran tener encuentros con deportistas asiáticos.
Así nació el Programa de Intercambio Deportivo Asiático-Alemán (AGSEP, por sus siglas en inglés), que fue un éxito hasta 2004. Doering recuerda cómo jugadores alemanes iban a Sri Lanka o los asiáticos viajaban a Alemania a jugar. Pero la historia del programa daría una vuelta cuando recibió la llamada del Ministerio de Deportes de Sri Lanka para organizar una exhibición de balonmano con la selección de Alemania.
El equipo de Sri Lanka le envió una foto a Doering, en la que peculiarmente todos estaban vestidos con trajes en lugar de sus uniformes, pero no fue algo a lo que le tomara importancia. Después de las negociaciones y presentar el papeleo correspondiente, la Embajada Alemana, ubicada en Colombo, les concedió las visas para poder visitar el país y participar en el torneo.
En la cancha de juego
Una vez en Alemania, los esrilanqueses se enfrentaron al TSV Wittisling en Baviera. Sin embargo, no lucieron por su juego. Parecía que ni siquiera conocían las reglas básicas para llevarlo al campo. El equipo fue destruido en el marcador, pues no anotó ni un solo punto, pero apenas era su primer juego, aún faltaba otros nueve en los que podría demostrar de qué estaba hecho.
Por la noche, la celebración se hizo presente en el sitio de concentración. Ya habían hecho turismo en la ciudad, se reunieron con el alcalde y se tomaron fotos. Las nacionalidades se desdibujaron con la comida y el canto de los deportistas. Parecía que estaban familiarizando entre ellos y que el objetivo del programa de intercambio estaba dando sus frutos un año más. Los jugadores volvieron a sus habitaciones para continuar con sus actividades al día siguiente.
Por la mañana, los alemanes esperaron a los esrilanqueses para comenzar el desayuno, pero fue en vano, ya que estos nunca bajaron. Los anfitriones se comenzaron a preocupar, pues pensaron que posiblemente se habían ido a correr y se perdieron en el bosque. A pesar de los esfuerzos de búsqueda, no los encontraron. Estaban desaparecidos.
En sus habitaciones solo habían dejado su ropa deportiva y los tenis con los que jugaban. Sin embargo, una carta reveló las intenciones de los jugadores, pues en esta dejaron un mensaje de despedida en donde agradecieron a los alemanes por sus atenciones. Además, indicaron que iban a Francia y que no podían volver a su país. Desde ese momento, las autoridades comenzaron una búsqueda más intensa para saber la ubicación de estos hombres y sus intenciones.
El gran escape
La huida de los esrilanqueses fue una terrible decepción para Doering, quien se dirigió a Sri Lanka para poner un orden a la situación. Durante todo el camino estuvo atendiendo llamadas de medios internacionales que querían conocer la premisa del escape de la selección. Algunos medios los llegaron a llamar “terroristas”, relacionando su cultura y religión a un posible ataque extremista.
Una vez iniciadas las investigaciones, el gobierno de Sri Lanka dijo que en su país no existía una selección de balonmano, por lo que no había un organismo federado que regulara la actividad de ese deporte en el país. De esta manera, la salida de un equipo representativo no estaba, de ninguna manera, autorizada por el gobierno, así que al mentir también a la embajada, sus visas fueron canceladas y comenzó una persecución por inmigración ilegal.
El balonmano es un deporte que rara vez se juega en Sri Lanka y la formación de un equipo nacional es un misterio.
—Vocero del Ministerio de Deporte de Sri Lanka
Si bien la supuesta selección había dejado claro que sus intenciones eran partir a Francia, la policía consideró que podría tratarse de una pista falsa para distraer el trabajo de las autoridades. Sin embargo, pensó que el grupo se dirigía a Italia, donde hay una gran concentración de ciudadanos de Sri Lanka, incluso se había formado una gran comunidad en la que se apoyaban en su estado de migrantes.
Unos taxistas dijeron que llevaron a varias personas a las estaciones de trenes. Años después se sabría por uno de los implicados que ellos salieron en grupos de dos o tres para no ser encontrados juntos. Cada grupo tenía una dirección en específico y no conocían los planes del otro, por si llegaban a ser atrapados no comprometer al resto. Sin embargo, todos tenían un mismo destino: Italia.
Doering terminó tan decepcionado por lo que había pasado que ya no quiso hacer más encuentros de este tipo ni colaborar con Sri Lanka. Por una parte, porque ya no quería relacionarse con potenciales migrantes ilegales y, por otro, la AGSEP había sido incluida en la lista negra de los eventos deportivos de Alemania. Después de ello no se le concedió visas a ningún equipo esrilanqués.
Todo de acuerdo al plan
Detrás de toda esta serie de acontecimientos hay un plan que se desarrolló por lo menos desde 2002. Rupasinghe, uno de los involucrados, había sido contactado por uno de sus viejos amigos en Italia. Cuando le sugirió salir del país, él lo consideró una broma, ya que no era tomar un transporte y llegar cómodamente. Al contrario, significaba meterse dentro de una caja metálica de carga y navegar en un barco por el océano con el riesgo de morir, como lo habían hecho otros que lo habían intentado.
Chandana, también había sido contactado, pero la opción que le presentaron, así como lo hicieron con Rupasinghe era más que descabellada: “¿Alguna vez has oído hablar de un juego llamado balonmano?”. Solo necesitaban aprender el deporte, hacer un equipo y dar lo mejor de sí para que el plan corriera. Y así, con pocas habilidades deportivas, aceptaron hacerlo.
Conformaron un equipo e incluso fueron entrenados por Athula Wijenayaka, quien Doering cree que es la mente tras el engaño. Tuvieron poco más de un mes para prepararse y poder competir con un partido de exhibición en el que quedaron aplastados por un marcador 36 a 2. Evidentemente no eran jugadores profesionales, pero ya tenían su plan en marcha.
Se esperaba que el equipo alemán ganara contra el que compitieron, pero el partido fue lo que requerían para ser invitados a una estadía por un mes en Alemania. Ellos mismos comparaban su juego con el inicio del balonmano en Alemania, cuyo deporte tenía más de cien años de ser practicado.
A pesar de que anteriormente se había dicho que el gobierno de Sri Lanka no tenía conocimiento de la supuesta selección de balonmano, sí había alguien que estaba involucrado. Un director del Ministerio del Deporte, quien fue quien hizo el contacto con el entrenador y el resto es historia.
De vuelta a casa
Inesperadamente, su plan funcionó, lograron llegar a Alemania para luego escapar. Se convirtieron en prófugos y la policía los estaba buscando, pero no habían robado ni matado a nadie, solo buscaban una mejor oportunidad de vida con la que sacar a su familia adelante.
Muchos de ellos hicieron su vida en Italia como panaderos de pizza. Ganaban bien y se puede constatar que todos atendieron a sus familias cuando estuvieron fuera. Pero el deseo del reencuentro con los suyos fue más fuerte y terminaron regresando a su país, casi 10 años después del famoso escape.
Las personas que los conocieron sabían que ellos no eran personas malas y que todos ellos realizaron una acción extraordinaria para ayudar a sus familias. Los “jugadores” no solo se enfrentaron a equipos profesionales de balonmano, sino que disputaron en la cancha todo de sí en el partido más importante de su vida.
Para ellos, entonces, estaban jugando un juego mucho más importante: un juego de supervivencia.
—Andrew Fiouzi, ‘Mel Magazine’
Una película por Uberto Pasolini
La historia inspiró al director italiano de cine Uberto Pasolini, para realizar una película, Machan. En ella retrató la crudeza de la vida en el país insular, así como las peripecias de los protagonistas en su peculiar viaje de migración. El filme con actores y no actores consiguió el reconocimiento internacional.