Cuando Haley, de 25 años, fue de vacaciones a Brisbane, Queensland, en Australia, lo hizo acompañada de una amiga. Según recopiló Vice, ellas rentaron una habitación por Airbnb y su anfitrión fue un hombre soltero de 40 años, quien al llegar, les dijo que se podían quedar en su habitación. Él se quedó a dormir en el sofá, lo que les pareció extraño, pero entendieron que quizá solo requería el dinero.
El hombre solo les dio una regla para su estadía: No abrir la bolsa negra debajo de la cama. La curiosidad fue demasiada para las chicas, quienes vieron qué contenía apenas tuvieron la oportunidad de revisar. Pero lo que se encontraron dentro superó sus expectativas y le dio una nueva dimensión a su estadía.
Al abrir la bolsa, se encontraron con un traje negro de látex completo, con máscara, correa y látigo. El anfitrión tuvo el tiempo suficiente para retirarlo de la habitación, pero en verdad quería que lo encontraran. Haley también dijo que el tipo se sentía celoso cuando le contaban que iban a verse con algunos chicos. No lo dudaron e hicieron su check-out a la mañana siguiente. Pero esta no es la única historia perturbarte que ha ocurrido en estos lugares de arrendamiento.
El casero gritó “¡fuego!” por la mañana
Sam, de 28 años, contó que tuvo que hacer un viaje de trabajo a Nueva York, por lo que tuvo que pasar la noche en un departamento mediante la aplicación de hospedaje. Llegó por la noche para hacer sus pendientes, alrededor de las 10:30 p.m. Cuando conoció a la anfitriona, no se detuvo en seco y le dijo que se callara. Al momento, entendió que su llegada nocturna pudiera inquietar a los otros vecinos del edificio.
“Tenemos una regla: no hablar. Sentimos que proporciona una mejor atmósfera de paz en el apartamento” fueron las palabras que la casera le dijo. Al ver su “habitación de planta abierta”, se encontró con siete colchones en los que dormían algunos mochileros australianos. La única cortina de privacidad era una sábana del tamaño de una funda de almohada que cubría su cara. De igual manera estaba cansado, no le tomó más importancia y se fue a dormir.
El sueño de Sam fue interrumpido cuando a las 7:00 a.m., el anfitrión comenzó a gritar “¡Fuego!”. Había derribado una vela roja y al comprender el peligro de incendio, no pudo más que gritar. La llama se apagó en cuanto tocó el suelo, pero la cera roja se derramó por todas partes. Sam le dijo a Vice que parecía una película de terror. No había más que hacer, se levantó, empacó y se fue. Solicitó un reembolso y tardaron 12 horas en pagarlo, pero la mala experiencia estará con él para siempre.
Una paloma rescatada
Un hombre llamado Sam, de 28 años (aunque no está claro si es el mismo de la historia anterior), contó que en su experiencia viajando al sur de Williamsburg, Nueva York, alquiló un Airbnb. Sin embargo, la casera era una señora de mediana edad bastante excéntrica. Cuando Sam dejó las maletas e iba a la ducha, la mujer le dijo la regla de casa: “Cuidado con el baño. Estoy cuidando a una paloma para que se recupere”.
La señora había encontrado al ave en la escalera de incendio y tenía un ala rota, por lo que decidió cuidarla en su casa. Pero, para la mala suerte del ave, la mujer vivía con cuatro gatos, quienes estaban al tanto de que la emplumada estaba en el baño y solo esperaban el momento oportuno para deshacerse de ella. Aunque no pasó nada con la paloma, la arrendataria escribió una reseña sobre Sam diciendo que era un “británico muy atractivo”.
Cámaras ocultas
Uno de los aspectos importantes para elegir una habitación o alquilar un Airbnb es la privacidad. Pero cuando esta se ve afectada, las cosas se pueden poner feas no solo por los vecinos interesados en las conversaciones privadas, sino porque algunos arrendatarios han colocado cámaras ocultas para espiar a sus inquilinos.
Muchas de las cámaras han sido descubiertas en objetos tan cotidianos como el despertador, un cargador de celular, los cuadros en las paredes, un aromatizante y hasta un tornillos. Cada vez, las cámaras son más diminutos y fáciles de ocultar, poniendo en riesgo la privacidad de quien solo busca una habitación para descansar o pasar tiempo con la pareja.
Un hacker conocido por el ciberataque WannaCry en 2017 lanzó un video donde muestra la forma en la que se pueden detectar estos dispositivos y solo se necesita una luz como la del flash del celular. Después, se debe apuntar hacia los objetos sospechosos y si estos llegan a tener una mirilla que emita un reflejo, es posible que se trate de una cámara.
El video compartido por el hacker en TikTok consiguió más de 20 millones de reproducciones en sus primeras semanas y en los comentarios, los usuarios revelaron su miedo a ser observados. Además, agregaron que son prácticas que los hoteles hacen “por seguridad”.