Con un récord actual de 38.115 millones de dólares que se espera batir, el emblemático Ferrari 335 S Spyder Scaglietti de 1957 está destinado a convertirse en el auto más caro del mundo.
Impulsado en la Fórmula 1 por el campeón Mike Hawthorn y otros corredores famosos, estableció un récord de vuelta en el Circuito de Le Mans, ganó el Gran Premio de Cuba y aseguró segundo lugar en el Gran Premio de Venezuela, entre otros triunfos.
Ahora se prepara para su día de mayor gloria, cuando salga a la subasta programada para el siguiente mes.
Este codiciado Cavallino Rampante está a punto de acabar con el reinado del titular del récord actual, un Ferrari 250 GTO Berlinetta que obtuvo el segundo lugar en el Tour de Francia de 1962, y que Ferrari vendió por la cantidad de 38.115 millones en una subasta de Bonhams en Monterey, durante la Semana de los coches en 2014.
La casa de subastas Artcurial Motorcars estará vendiendo el Scaglietti 1957 al mejor postor durante su venta anual Retromobile, en París, del 3 al 7 de febrero próximo.
“Representa el elixir de lo excepcional: belleza, rareza, el éxito de carreras, la historia, la autenticidad y procedencia”.
– Director de Artcurial Motorcars.
Este Ferrrari salió del taller en 1957 para sorprender a los apasionados del automóvil, y está equipado con una carrocería Scaglietti sorprendente y un diseño que nace de las necesidades de un potente coche de carreras.
El motor V-12 de 3.8 litros Tipo estaba preparado para alcanzar los 360 caballos de fuerza y fue en marzo de ese mismo año cuando Ferrari lo eligió para las 12 horas de Sebring.
Terminó en sexta posición, conducido por Peter Collins y Maurice Trintignant, pero la realidad era que la cita predilecta para este modelo era la Mille Miglia prevista para mayo. Ferrari acudió con cuatro modelos, entre ellos el 250 California, que concluyó segundo, mejorando claramente sus prestaciones.
Al ser devuelto a la fábrica, su tamaño del motor se incrementó a 4.1 litros y pasó a convertirse en un 335S, para alcanzar los 300 km/h.
En 1958, con Masten Gregory y el legendario Stirling Moss al volante, el automóvil ganó el Gran Premio de Cuba.
En 1960 fue retirado, y posteriormente adquirido por el arquitecto Robert Dusek, de Pennsylvania, quien más tarde lo vendió a Pierre Bardinon, considerado uno de los coleccionistas Ferrari más astutos del mundo.
A la fecha, Bardinon ha mantenido al automóvil listo para cualquier carrera. Mientras su precio estimado antes de la subasta es de 34 millones de dólares, eso sale sobrando en cuanto los potenciales compradores mega-ricos de París comiencen a encender sus billeteras como veloces motores.