Regresó el Sanja Matsuri a las calles de Asakusa, Tokio, en Japón, después de pasar algunos años sin celebrarse debido a la pandemia de covid-19. Este festival religioso atrae a millones de personas para pedir por las tierras, pero también ha volteado las miradas por la presencia de la Yakuza, la mafia japonesa.
El Sanja Matsuri, que se podría traducir como “Festival de los Tres Templos”, es una celebración sintoísta que se festeja el tercer fin de semana de mayo y hace homenaje a los tres fundadores del templo Sensōji. Cientos de mikoshi (santuarios móviles) de gran peso son movidos en forma de procesión por las calles.
Vecinos de distintos barrios lucen vestimentas especiales e identitarias de sus comunas. Además, se pueden ver a geishas como parte del festival, pero lo que más llama la atención es la numerosa presencia de miembros de la Yakuza, quienes desfilan mostrando sus característicos tatuajes.
Durante la procesión, varios hombres y mujeres se desprenden de sus ropas hasta quedar en fundoshi, un taparrabos tradicional como el que usan los sumos. Con la piel expuesta, se pueden apreciar los elaborados tatuajes relacionados con la mafia y con motivos tradicionales como dragones, carpas, samuráis, entre otros.
La presencia de la mafia ha sido cuestionada, pues si bien se suman al acto religioso, también se sospecha que es un intento para hacer alarde de su poder e influencia. Además, se ven a las parejas de los mafiosos mostrando sus tatuajes durante los días del festival.
El gobierno nipón ha intentado implementar medidas regulatorias, pero sus esfuerzos han sido en vano, pues tanto las fuerzas del orden como los lugareños son conscientes de que el crimen organizado tiene mucha injerencia durante el Sanja Matsuri, en donde son quienes imponen “la ley y el orden”.