Los delincuentes saben a la perfección que no pueden quedarse por mucho tiempo con el fruto de sus atracos, y este asaltante en Texas tenía planeado comprarse un vehículo con el dinero que acababa de robar.
Eric Dion Warren, de 50 años, creyó que podría salirse con la suya. Este criminal llegó hasta una concesionaria de automóviles BMW, vio un vehículo y fingió que quería probarlo. Sin embargo, nadie imaginaba qué uso le daría al carro rentado.
Armado y preparado con una bolsa de restaurante de comida rápida, Warren llegó a un banco AIM cerca de la ciudad de Lubbock, Texas. Pretendió ser un repartidor y se acercó hasta un cajero, puso la bolsa en el mostrador y le pasó una nota al empleado bancario, que decía:
Esto es un robo. Juega conmigo y muere. Quiero 10 000 dólares en billetes de 50 y 100 dólares ahora. Tienes un minuto o te mataré.
Warren sacó una pistola de entre sus ropas y la mostró al cajero para hacerle saber que no estaba bromeando. El empleado empezó a guardar el dinero en la bolsa, pero fue más astuto que el ladrón y también metió un fajo de billetes de 20 dólares con números de serie registrados.
El criminal salió del banco como si nada, llevándose 5086 dólares y regresó a la concesionaria de autos para regresar el vehículo rentado. Al parecer, le gustó mucho su “prueba de manejo” y empezó a hablar con un vendedor para comprar un BMW negro.
Mientras Warren negociaba la compra de su nuevo auto, la policía estaba investigando el robo y descubrieron las placas del auto usado para la fuga. Llamaron a la concesionaria que tenía registrado ese vehículo y confirmaron que el carro estaba de vuelta en su sucursal.
La policía llegó y encontró al criminal todavía tratando de hacer su compra con dinero robado. Lo detuvieron y confirmaron con los números de serie de los billetes que se trataba de la cantidad robada del banco AIM.
¿Y la pistola? En realidad solo se trataba de un arma de perdigones que había sido alterada para lucir como una real. Vaya, Warren había pensado en casi todo, menos en que usar un vehículo registrado y monitoreado no era tan buena idea. Fue declarado culpable y sentenciado a pasar 20 años en prisión.
Hasta para ser malo hay que ser bueno, y aunque tal vez Warren no calificaría estrictamente en la lista de los ladrones tontos, su “audaz” plan no lo hizo ver como el genio criminal que quería ser. Al final sí obtuvo un auto… de formal prisión.