Un convicto sentenciado a cadena perpetua cumple su estadía en la prisión de Iowa, pero lucha por recuperar su libertad, ya que argumenta que su sentencia ha expirado porque su corazón se detuvo momentáneamente, por lo que, técnicamente, estuvo muerto. De esta manera, Benjamin Schreiber espera terminar con sus días tras los barrotes. Sin embargo, una jueza dictaminó que, en efecto, estaba vivo, por lo que debía continuar cumpliendo su condena.
Schreiber fue declarado culpable por asesinar a golpes a un hombre con el mango de un pico en 1997, por lo que recibió una cadena perpetua, que estuvo siguiendo desde entonces. Sin embargo, los problemas de salud le dieron una salida momentánea de la prisión. En marzo de 2015, desarrolló cálculos renales, que le causaron una intoxicación séptica. Llegó a tal grado que perdió el conocimiento y tuvo que ser trasladado a un hospital cercano.
Schreiber fue atendido en el Centro Médico Unity Point, en Fort Dodge, en el condado de Webster. Los médicos lo resucitaron cinco veces después de que su corazón dejara de latir. Una mezcla de epinefrina y adrenalina bastó para regresar a la vida al paciente, quien posteriormente fue atendido por la sepsis. Sin embargo, al estabilizarse, regresó a la cárcel.
En abril de 2018, a través de la Corte de Apelaciones de Iowa, Schreiber expuso su caso y dijo que le deberían permitir salir de la prisión, pues él ya había cumplido con lo pactado y estuvo cumpliendo su sentencia hasta la muerte. Además, aseguró que lo habían revivido en contra de su voluntad, ya que firmó una orden de “No resucitar” años atrás.
Según los registros judiciales, los médicos hablaron con el hermano de Benjamin en Texas y este les dijo “si tiene dolor, pueden darle algo para aliviar el dolor, pero de lo contrario, deben dejarlo pasar”, cita el Des Moines Register. Los médicos optaron por salvarle la vida suministrándole líquidos de reanimación vía intravenosa. Pero su cercano encuentro con la muerte no fue suficiente para sacarlo de las rejas.
La jueza Amanda Potterfield explicó ante la Corte que el demandante aún estaba vivo, por lo que debía mantenerse en prisión y que si “en realidad está muerto, en cuyo caso esta apelación es discutible”. De la misma manera, el panel de tres jueces en el que Potterfield formó parte escribió su decisión, citando a la Ley de Iowa, que dice que cualquier persona culpable de un delito grave de clase A “debe pasar el resto de su vida natural en prisión, independientemente de cuánto tiempo termine ese período de tiempo o cualquier evento que ocurra antes de que termine la vida del acusado”.
No creemos que la legislatura pretendiera esta disposición, que define las sentencias para la clase de delitos graves más graves bajo la ley de Iowa e impone sus ‘más severas pena’… para poner en libertad a los acusados de delitos siempre que los procedimientos médicos durante su encarcelamiento lleven a su reanimación por parte de profesionales médicos.
—Panel colegiado de jueces.