El llamado de la naturaleza es impredecible, sorpresivo y, sobre todo, irresistible. Desafortunadamente, un conductor de trenes en Japón pagó un alto precio por tener que ir al baño a darle “alivio” al cuerpo.
El sistema de trenes bala en Tokio es muy famoso por su precisa puntualidad y es un símbolo de orgullo nacional para todos en Japón. Por eso cuando uno de los trenes N700S con 160 pasajeros se retrasó un minuto, los encargados de la compañía ferroviaria investigaron qué fue lo que sucedió.
Ese tren salió de la estación de Tokio en manos de un conductor de 36 años de edad y con ocho años de experiencia. Sin embargo, por vergüenza, él no le comentó a nadie que tenía problemas estomacales y así inició su recorrido.
Este transporte iba a 150 km/h y después de unos cuarenta minutos de su salida, el conductor no pudo más. Le dolía mucho el estómago y tuvo que ir al baño durante tres minutos. Aunque gran parte del funcionamiento de estos trenes se hace desde sistemas computarizados en una estación central, siempre debe haber una persona en el tablero de control.
El conductor le pidió ayuda al copiloto para hacerse cargo mientras él iba al baño, pero no sabía que su compañero no tenía licencia para conducir ese tipo de transportes. Esa situación causó el retraso que a nosotros se nos hace insignificante, pero que en Japón es considerado una falta de respeto a los usuarios.
Al descubrir lo que había pasado, los encargados de la compañía sancionaron al conductor, no porque tuviera que ir al baño, sino porque en su urgencia no recordó que sí hay protocolos que se deben seguir cuando el maquinista tiene que ir al baño.
Cuando los maquinistas necesitan ir urgentemente al baño mientras están al mando del tren, deben coordinarse con el centro de mando para pasarle el control a otro maquinista cualificado o detener el tren, a mitad de la vía o en la estación más próxima.
– Ryumon Hashimoto, representante de relaciones públicas de Central Japan Railway
El conductor tuvo que pedir una disculpa, aunque también se defendió diciendo que nunca quiso provocar este retraso y que no informó a nadie sobre sus malestares estomacales “porque se sentía avergonzado”.
O sea que este conductor pudo pedir ayuda y haber detenido el tren en la vía para ir a al baño con calma. Pero también sabemos que cuando al cuerpo le ganan “las ganas”, solo pensamos en hacerle caso al llamado de la naturaleza.