Sin duda, el oficio del médico es sumamente importante y noble, pues el principio médico de “no causar daño” es una de las piedras angulares del quehacer de los profesionales de la salud y cuando esa máxima no es respetada, muchas y terribles consecuencias pueden ocurrir, como han descubierto quienes han sido víctimas de negligencia o ineptitud médica.
Un hombre de 30 años que quiso permanecer anónimo para proteger su dignidad e imagen pública demandó al Hospital Universitario de Nantes, en Francia, por haberle extirpado completamente su órgano sexual masculino, de un modo erróneo e injustificado. El hospital fue condenado a pagar una indemnización de unos 65 mil dólares por las molestias, pero la víctima considera que una suma tan diminuta es indignante y ya ha apelado a la decisión del tribunal administrativo que dictó la sentencia para exigir una mayor compensación.
Le iban a cortar “solo las puntitas” y lo “dejaron pelón”
El paciente, de 30 años, fue diagnosticado con un carcinoma en la piel de su miembro viril y en 2014 empezó un tratamiento para tratar su condición en el Hospital Universitario de Nantes, en Francia. Sin embargo, desde la primera cirugía que se le practicó, se incumplió con la responsabilidad de hospital al realizar un procedimiento inadecuado para asegurar que se le retiraran todas las células cancerosas de la piel, dejando suficiente tejido afectado como para que se volviera a desarrollar el mal. Como resultado, el paciente volvió a recaer, lo que permitió que las células cancerosas proliferaran por sus genitales.
Durante los años siguientes, en 2017, el hombre volvió a experimentar malestares y dolores insoportables, al punto de que admitió haber estado a punto de cortarse el miembro él mismo. Sin embargo, su esposa lo convenció de que recurriera a un hospital en Lyon, donde le aseguraron que la única forma de sobrevivir sería con la amputación total de su órgano sexual. Según la víctima, el doctor que lo trató en Nantes “jugó a la ruleta rusa” con su salud, lo que fue confirmado con estudios médicos posteriores que aseguraron que la amputación hubiera sido innecesaria de haberse completado exitosamente el primer procedimiento en 2014.
Lo mataron dos veces
Lo que ocurre aquí es que, además de haber sufrido del dolor y la desesperación extremos de seguir experimentando los malestares propios de su enfermedad, el debilitamiento que tuvo el paciente por la reactivación del mal en su miembro le provocó un sinfín de problemas en su vida que lo llevaron a la depresión y a una “muerte psicológica”, pues este ya no se veía a sí mismo como una persona completa ni veía a su vida como una que fuera “digna de vivirse”.
Igualmente, la víctima tenía algún consuelo y propósito al luchar por justicia y para que se le compensara por el dolor que había tenido que soportar por las malas prácticas médicas, demandando al hospital de Nantes por más de un millón de dólares. Sin embargo, finalmente, el diminuto fallo del tribunal responsable, de tan solo 65 mil dólares, lo llevó a una segunda muerte, una “muerte social”, porque como persona y ciudadano fue humillado y despreciado.
¿Hora de pagar los platos rotos?: Una compensación risible
Luego de haber realizado el fallo a favor del demandante, pero por tan solo el seis por ciento de lo que se requería como castigo, la víctima de castración no pudo menos que señalar lo barato que le había salido al hospital de Nantes pagar por el error que arruinó la vida del joven, a quien se le pagó, de modo ponderado, unos 13 mil dólares por el “sufrimiento soportado”, unos 17 mil dólares por “el déficit funcional permanente” y alrededor de 33 mil 500 dólares por el “perjuicio sexual”.
Por supuesto, el abogado de la víctima aclaró que de ninguna manera se quedarían conformes con esa burla a los derechos de su paciente a la dignidad y al trato justo, esto es, que se indemnice con poco más del millón de dólares, que es el mínimo que consideran justo para que el joven acepte que se hizo justicia en su caso. Así, el hombre que ha quedado dañado permanentemente y su abogado esperan que “el tribunal de apelaciones vea el asunto con una visión más humana y no intelectualmente cuadrada, pues el primer tribunal solamente consideró el sufrimiento de la víctima como algo sacado de algún manual y no como el verdadero dolor de una persona”.