La Ciudad de México no solo destaca como una de las metrópolis más grandes del mundo por la cantidad de personas que circulan en sus calles y habitan en las miles de viviendas verticales. Debajo de la tierra, en el metro o subterráneo, diariamente, millones de personas se mueven a sus hogares, escuelas, trabajos o simplemente para desplazarse de un lugar a otro. No por nada se coloca como uno de los más largos del mundo.
Existe toda una vida urbana debajo de la gran ciudad: en el metro, donde por solo cinco pesitos (aproximadamente 20 centavos de dólar) puedes desplazarte de un extremo a otro. Sin embargo, no todo son alegrías en este transporte colectivo, ya que en muchas ocasiones (todos los días) se convierte en un campo de batalla en donde las señoras con bolsas del mandado y los “Godínez” se enfrentan en una feroz lucha de empujones para ver quién es digno de entrar en el vagón.
Entre vendedores “de a diez, a diez” y miles de pasajeros diarios, los andenes de la estación Pantitlán se llenan de un olor a… “magia”, sobre todo, cuando suceden hecho insólitos como que el mar de personas esperando su turno para subir a los trenes se organice para cantar al unísono.
Para quienes desconocen el Sistema Metro, la estación Pantitlán es una de las más recurridas por los capitalinos, ya que es el punto donde convergen las líneas 1, 5, 9 y A. Además, es el extremo de la línea café que va desde Tacubaya (si no conoce, mejor no vaya) hasta Pantitlán atravesando la ciudad. No es de sorprender que miles de personas se apretujen para ganar un lugar, lo impresionante es que hayan cantado juntos un fragmento de una canción Disney.
Fue así como el canto de “Nadaremos”, melodía conocida por ser interpretada por Dory en Buscando a Nemo, cobró otro sentido al resonar en las bocas de cientos de usuarios del metro. Un momento único que unió a los cedemexiqueños y alegró el momento de aquellos que se desplazaban bajo las toneladas de concreto.