Fabián Herllejos es un chavo que, como muchos otros, ha (hemos) caído en las terribles garras de la friendzone. Ese lugar tenebroso al que muchos hombres entran y no salen vivos; y si salen: “ah caray, ¿y mi dignidad?, ¿y mi dinero? ¿Y mi fe en el amor?”.
Él compartió en su cuenta de Facebook la más triste historia de amor que hasta ahora hemos publicado en La Guia del Varón. Así que prepárate. Fabián podrías ser tú, podría ser tu hermano, tu primo, tu tío, tu abuelito .
Acompáñenme a ver esta triste historia
Hace unos días, Fabián compartió en su cuenta aquel fatídico encuentro con la chava que le gusta (a la que llamó simplemente “Anita”), la que le movía el tapete desde hace tiempo pero a la que no se atrevía a conquistar. Y sin anticiparlo, su relato se volvió viral.
Todo comenzó con un concierto Bunbury
“Ella me había dicho que le gustaba la música de Bunbury y decidí invitarla al concierto […] La noticia se esparció con todo el grupo de amigos que éramos en ese entonces. Todos celebramos el acontecimiento. Felicitaciones por aquí, las mejores vibras por allá”.
Se atrevió a invitarla a una primera cita… y estaba nervioso
Incluso sus amigos le dieron ánimos
“Vas a ir, y todo saldrá chingón. Confío en ti, canijo, no lo eches a cagar. Hoy es tu día. Órale, ching@r a su madre y que te vaya bien…”
Finalmente Anita llegó y se dirigieron al concierto
“Dos minutos después me encontré con ella, en la salida de la universidad. Preciosa como siempre. Armado con un manojo de nervios, doscientos pesos y un par de boletos, abordamos un taxi con dirección a la noche más fría de la historia de mi humanidad”.
¿Cómo? ¿No que te gustaba Bunbury?
Al parecer, Anita no era muy fan de Bunbury. Así que Fabián le quiso enseñar las canciones cantándoselas al oído… pero ni eso cayó.
El concierto terminó y se quiso ver galán
“Nos acercamos a una tienda de souvenirs. A ella le gustó una playera impresa con el rostro del cantante, que fácilmente pudo costarme cincuenta pesos en cualquier puesto de la ciudad, y que muy amablemente el hijo de su reput@ madre del vendedor cantó con un precio de ciento treinta pesos y una taza en cien”.
Pero recordó que era pobre
“Pero al abrir la cartera vi mi tercermundismo que estaba tiernamente reposando en esos tres billetes de cincuenta, y ella expectante, con su playera en la mano […] Algo debió notar en mi rostro, que de inmediato dejó la playera y dijo ‘o mejor ya no, no me gusta tanto’. Maldito orgullo de muchacho enamorado: ‘No, cómo crees, es que hice mal las cuentas. Pero puedes llevarte la taza’, ella aceptó”.
Y acudió con sus amigos: “eh, préstenme dinero”
Me encontré a dos amigos: Manuel y César:
-Amigos, no mamen, ayúdenme. Préstenme dinero, se los ruego. Vine con Anita al concierto y solo tengo para la ida.
-Simón wey ¿Cuánto ocupas?
-Cincuenta, para el regreso a casa.
-Tssss… no mames. Si te damos eso nos quedamos sin tomar. Toma doce.
– Gracias amigos… (Hijos de su put@ madre, pero hay un dios).
Y finalmente, en el en taxi… se la cantó
– Oye Anita…
– Dime…
– Debo decirte algo. Yo sé que no soy el estereotipo de nadie. Que soy un desmadre y que, además, soy muy grosero. Pero tenía todas las intenciones de que hoy todo saliera muy bien y ya ves que no es así…
Incluso el taxista quiso ayudarlo
“El taxista dio un vistazo por el retrovisor. Encendió su estéreo y sonaba una canción de Franco de Vita. Bajó el volúmen y acondicionó el momento, con la mejor de las voluntades, con Romántica 107.5 FM”.
Bienvenido a la frienzone; población: 1 habitante… tú
-Me gustas mucho y no es una propuesta. Solo quiero que sepas que me gustas mucho y que, si se puede, me dieras la oportunidad de intentar conquistarte como se debe. Mira, no espero respuestas ahorita, solo me gustaría que lo pienses…
– … Es que te quiero como amigo, Fabián. Eres mi “ahijadis”.
Anita se sintió mal, pero él le dijo…
“Con toda la catástrofe, intentando ocultar la miseria que traía encima, le pedí que no se quedara callada, ella me respondió que se sentía mal, a lo que respondí con un sonriente ‘tranquila, al que acaban de batear es a mí, tú no te espantes'”.
El taxista lo puso a modo… pero no sirvió de mucho
“El taxista dio otro vistazo por el retrovisor, y cambió de estación pasados unos minutos… Empezó a sonar ‘La tortura’ de Shakira”.
Finalmente dejó a Anita en su casa
“Al llegar a casa de Anita, ella me abrazó y agradeció el gesto que había tenido al invitarla […] me preguntó si quería que me apoyase con el pasaje de regreso o si quería un vaso de agua. Le dije que no, que ya era tarde y que debía llegar a casa […] Ella insistió en quedarse en la puerta esperando a que yo me fuese, y pidió, con una cara de sufrimiento, que le llamara cuando hubiese llegado a casa”.
Regresó al taxi, pero se acordó que era pobre
-¿A dónde, joven?
-Mire, jefe, sin desmadre, traigo doce pesos. Hasta dónde me lleva usted por doce pesos.
– Újale… mire, le voy a echar la mano acercándolo a Plaza Cristal.
El taxista lo ayudó, pero antes le dio un gran consejo
– Jefe, no tengo cómo agradecerle. De verdad…
– No se preocupe joven, usted nomás recupérese y tenga un poquito de dignidad: no le envíe ese mensaje.
Por fin llegó su casa… pero pasó otro problema
“Emprendí el camino de regreso a casa. Las calles, sin mentir, estaban oscurísimas, no había una sola alma a esas horas, eran las tres de la mañana […] sentí una gota fría escurriendo por mi mejilla… creí que era una lágrima, pero no, luego fueron dos, luego tres, luego muchas y al final fue una chingad@ tromba que terminó por empaparme todo y poner la cerecita del pastel”
Llegó empapado, pobre, triste; pero su historia se volvió viral
Al la hora de esta publicación, su publicación tiene 27,596 likes, y ha sido compartida más de 4 mil veces. Y él es el más sorprendido…