Si alguna vez notaste que las nubes tenían forma de un rostro o encontraste que lo quemado de tu tortilla tenía la forma de la Virgencita, déjame decirte que no estás loco o bendecido. A esto se le conoce como pareidolia y se puede definir como un fenómeno psicológico en el que se perciben erróneamente rostros o formas reconocibles.
Un estudio de la Universidad de Nuevo Gales concluyó que la pareidolia visual no solo hace al cerebro ver caras donde no las hay, sino que también activa mecanismos de reconocimiento como lo haría un rostro humano, por lo que incluso podemos definir la dirección de la mirada, así como el sentimiento en la expresión, aun cuando el objeto no las tenga.
Esto se debe a los procesos evolutivos de los humanos. Hemos desarrollado una sensibilidad que nos permite reconocer rostros y poder estar alerta de los depredadores. Sin embargo, este sistema de alta sensibilidad, en ocasiones, da falsos positivos. Es ahí donde podemos percibir un rostro o la figura de un cuerpo o animal en un objeto que no se relaciona. Mejor tener un falsos positivos a ser devorados.
Por otro lado, aunque todas las personas somos diferentes, compartimos características similares, lo que permite que reconozcamos esos rasgos comunes como la ubicación de los ojos, la nariz y otras partes del cuerpo. Los expertos han apuntado a que esto es un rasgo heredado por los primates a pesar de que otros animales también reaccionan a estímulos similares, como aquellos que han desarrollado patrones en su piel o pelaje para simular ser más grandes y ahuyentar a sus depredadores. A continuación te mostramos algunas imágenes que pondrán a prueba tu pareidolia.