Caballeros, se han fijado cómo en las películas siempre existe un personaje galán que se da el lujo de salir con dos chicas diferentes la misma noche, y todo le sale bien. Es momento que dejemos de creer en eso, porque no siempre las cosas resultan como uno las planea, y el chico de esta historia no es de esos afortunados.
Un usuario de Reddit contó a todos su experiencia, y dice que intentó tener dos citas el mismo día, pero las cosas no fueron de película, o tal vez si, de una muy mala comedia:
Esto me pasó hace cuatro meses, así que no es muy reciente. He pasado un mal rato, después de mi divorcio, intentando salir con otras chicas. Tenía todas las aplicaciones en mi celular, pero mi confianza estaba en un punto muy bajo.
Mi esposa se quedó con la casa, así que yo me mudé con una pareja de recién casados que me rentó un cuarto porque necesitaban dinero, eso no ayudaba a mi situación. Trabajaba con el dueño, así que no me podía quejar, la renta era muy baja pero siento que a ellos no les gustaba tenerme cerca todo el día.
Hartos de mi situación, me arreglaron una cita a ciegas. Supongo que eso debía ponerme feliz…
Así que fui a mi primera cita a ciegas con la amiga de mi compañera de cuarto, amigas muy cercanas, diría yo, y esto es importante, pronto se darán cuenta.
Todo iba bien. Cenamos y bebimos en uno de esos bares que tiene todo tipo de juegos de mesa. Mientras estaba con ella, en secreto mandaba mensajes a una chica que conocí en Tinder. Había sido un proceso de meses y parecía que no íbamos a ningún lado hasta, por supuesto, esa noche.
Ella me invitó a salir, pero yo me encontraba en la cita a ciegas.
¿Se acuerdan de la parte que les dije qué era importante? Bueno, le mandé un mensaje a mi amiga y le pregunté por mi cita, quería saber si eran muy unidas y me dijo que no, pero pensó que haríamos muy buena pareja y era una excusa para sacarme de la casa. Lo que no sabían es que yo ya había arreglado otra cita y quería estar seguro de que ellos no se iban a molestar conmigo, porque mandé a volar a mi cita a ciegas para poder escaparme con mi cita de Tinder.
Nos llevaron la cuenta y pagué por todo y le dije a la chica que estaba cansado, que quería descansar un poco. Nos dimos un torpe e incómodo abrazo, un beso y un apretón de manos y cada quien se fue por su lado.
Yo no fui a casa, sino a un bar que quedaba a cinco minutos y donde me vería con mi cita de Tinder. Todavía de tonto le mandé un mensaje a la esposa de mi compañero de cuarto diciéndole ‘estaré fuera hasta tarde, la cita va perfecta’ y ahí la c*gué por primera vez.
Yo pensé que, como no eran amigas unidas, no se mandarían mensajes. Esta parte es importante también.
Entonces, mi cita con la chica de Tinder iba de maravilla. Bebimos y nos gustamos bastante y bailamos muy pegaditos. Un par de canciones y unos shots después ya estábamos besándonos en la cabina del DJ, todo muy intenso. En eso sentí algo líquido y mucho dolor en mi cabeza.
Sentí el líquido y noté que era sangre. La chica de Tinder gritó muy fuerte. Miré detrás de mí y la chica de la cita a ciegas brincó hacia ella y la agarró del pelo… Me desmayé.
Resulta que lo que estampó en mi cabeza fue una botella de Corona.
Rememorando el cómo se enteró, resulta que la esposa de mi amigo le mandó un mensaje dos horas después de que la de dejé, que decía: ‘Escuché que están pasando un buen rato, y que se quedará hasta tarde :)’
Después de intercambiar unos cuantos mensajes más, la cita a ciegas convenció a la esposa de mi amigo de que me había perdido cuando nos cambiábamos de bar, y le pidió el pin de mi teléfono para ponerlo en una aplicación que me rastreó. ¡Malvada!
Así es como me encontró. Me vio besando a otra chica después de decirle que iría a casa, así que me estrelló en la cabeza lo primero que encontró.
No presenté cargos contra ella, a pesar de que me dieron tres puntadas en la herida. La chica de Tinder no ha respondido ninguno de mis mensajes y a la otra no le he vuelto a hablar. Creo que ya no saldré nunca.
En resumidas cuentas: tuve dos citas la misma noche, la cita número uno convenció a mi amiga de darle mi ubicación. La noche terminó conmigo en el hospital después de que me estrellara una botella en el cráneo.
Caballeros, creo que esta graciosa historia nos deja una gran moraleja: apaguen los datos y su ubicación cuando salgan con dos chicas la misma noche y no den más detalles a los que están actuando de casamenteros…