Es común exclamar “ese tipo está loco” cuando escuchamos algo increíble o inaudito, es casi casi un reflejo. Sin embargo, lo realmente sorprendente no es esa reacción frente a lo inusual, sino que en muchas ocasiones el tiempo termina dándole la razón a “los locos” que menospreciamos. En ese momento, nuestro mundo termina cambiando para siempre en consecuencia.
A continuación conoceremos a 10 figuras históricas que en alguna ocasión (o a lo largo de sus vidas) fueron censuradas, ridiculizadas, odiadas y, “en el mejor de los casos”, ignoradas, para luego (días, años, siglos después) ser reconocidas como la parte que todo el tiempo tuvo la razón.
1. Rachel Carson y la Primavera silenciosa
Rachel Carson, una escritora y bióloga marina, denunció en su obra de 1962, Primavera Silenciosa, el terrible daño que la industria de los pesticidas había estado provocando en el medio ambiente, especialmente el efecto nocivo de los químicos en las poblaciones de seres vivos que no eran “indeseables”, como las aves, sobre todo el águila calva.
Naturalmente, la millonaria industria de los pesticidas químicos se lanzó con todo contra Carson, usando guerra sucia y tácticas de intimidación y desprestigio mediático. La bióloga murió en plena “guerra” contra sus detractores, en 1964. Al final, la científica y su trabajo terminaron convirtiéndose en la piedra de toque del ecologismo contemporáneo.
2. Ludwig Boltzmann y la entropía
Boltzmann fue el primero en comprender que la entropía, la “cantidad de desorden” en los sistemas, era una parte fundamental para el correcto modelado matemático del mundo físico, cuyas fórmulas macroscópicas habían funcionado siempre bajo una premisa de asimetría, heredada de un cambio irreversible de su naturaleza y que se remontaba a un lejano pasado (el comienzo del universo con el Big Bang, para ser “exactos”).
Sobra decir que esas nociones revolucionarias e innovadoras se toparon con una pared de escepticismo y rechazo, creando odio entre el filósofo y científico australiano y sus colegas, afectándolo anímicamente (se cree que hoy se le diagnosticaría como bipolar), lo que desencadenó en el suicidio de Boltzmann durante unas vacaciones que tomaba con su esposa e hija. Hoy es aceptado que sus teorías estaban bien encaminadas, pero que le “falto finura” para convencer a sus contemporáneos y aclarar sus puntos fundamentales.
3. Morgan Robertson y el Titanic
Este marino estadounidense, que también escribía novelas e historias cortas, es probablemente el inventor del periscopio y ha sido considerado el hombre que vaticinó el hundimiento del Titanic.
En la novela corta Futilidad, el naufragio del Titán, Robertson describe a una nave llamada Titán, cuyo retrato coincide casi detalle a detalle con el tristemente famoso Titanic, en cuanto a dimensiones, capacidad y peso, así como en su fama de inhundible e insignia de la tecnología de punta de sus tiempos. En la novela, el Titán termina en el fondo del océano Atlántico luego de embestir a un iceberg, 14 años antes del viaje inaugural del Titanic. Seguro fue mera coincidencia.
4. Edward Snowden y el espionaje
Por años, los conspiracionistas y reaccionarios al gobierno estadounidense clamaron que la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA) y la Agencia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos (NSA) espiaban todas las comunicaciones electrónicas. Paranoia al máximo, se creía que todas tus conversaciones y actividad electrónica era grabada y analizada por agencias de gobierno para mantener el control absoluto.
Por supuesto, todas esas teorías eran tratadas como viles mentiras o meras fantasías… hasta que Edward Snowden, un analista de la NSA y experto de seguridad informática en la CIA, reveló que de hecho sí existía un complejo y poderoso sistema de monitoreo y espionaje electrónico. Respaldado por evidencias, aun así fue (y sigue siendo) atacado por la maquinaria propagandística estadounidense.
5. Heinrich Schliemann y la ciudad perdida
¿Qué haces cuando te vuelves millonario? ¿Te vas de juerga eterna y gastas todo en lujos? Pues Schlieman fue un prusiano que luego de hacer una fortuna considerable, se dedicó al sueño de su vida: la arqueología. ¿Y qué logro más grande habría que demostrar sino que los lugares mencionados en la obra de Homero eran reales? Claro, muchos se burlaron de su necedad, pero al empresario hecho arqueólogo le dio igual y se lanzó a la aventura.
¿Qué encontró? En 1870 fue descubridor ni más ni menos que de los vestigios de Troya, basando sus esfuerzos en el trabajo previo de Frank Calvert (cuyo papel minimizó al escribir sobre el hallazgo). Aunque esa no fue su última excavación, sí fue la más célebre y la que demostró que hablaba en serio.
6. Willem Kolff y la lavandería de sangre
La hemodiálisis, que hoy en día damos por sentada como un procedimiento médico común, en su momento pareció una completa locura: “Doctor, ¿me va a sacar la sangre, va a limpiarla y a regresarla a mi cuerpo?”. Una completa insensatez si se dice así, pero es exactamente lo que el Dr. Willem Kolff proponía. Con materiales como latas de jugo de naranja, piel de salchichas y una lavadora (en serio), empezó a limpiar la sangre de sus pacientes con insuficiencia renal y a devolverla a su sistema. Su invento era un espantoso (pero técnicamente correcto) riñón artificial.
Claro, al principio, sus pacientes no duraron mucho, pero Kolff no cejó en sus empeños. El que sería considerado “padre de los órganos artificiales” siguió experimentando y entre bombas cardíacas y el perfeccionamiento de su “tecnología de latas y salchichas”, hoy se le reconoce el desarrollo de la hemodiálisis renal, que logró convertir a la insuficiencia renal de una enfermedad fatal y mortal a una con tratamiento accesible y efectivo.
7. Stanislav Petrov y el apocalipsis atómico
Este militar ruso tuvo un papel clave en el incidente conocido históricamente como el Equinoccio de Otoño, ocurrido en septiembre de 1983. El sistema de defensa rusa detectó el lanzamiento de múltiples misiles balísticos intercontinentales (inicialmente uno, que luego fue seguido por cuatro más) que alcanzarían territorio ruso en minutos. El protocolo dictaba que se ejecutaran represalias. ¿Qué hizo Petrov? Dictaminó que era un error de sistema, pues eran muy pocos misiles y no contraatacó. Qué loco.
Sin embargo, la verdadera locura se hubiera desatado si (el muy real) arsenal ruso a disposición de Petrov hubiera sido empleado como represalia al que, efectivamente, resultó un error del sistema de alerta temprana satelital OKO. El incidente fue vergonzoso y sus superiores consideraron que Petrov había cometido un error, pero dadas las circunstancias, el militar meramente fue degradado y el incidente se ocultó.
8. Nikola Tesla y su excentricidad
Tesla es el científico loco por excelencia. Sí, sus logros fueron reconocidos a la larga y logró “vencer” a su rival, Thomas Alva Edison, pero en realidad, su modo de ser, tan lleno de peculiaridades y excentricidades, jamás lo alejó de la opinión general de que se trataba de un orate genial. Sus teorías y propuestas, algunas fascinantes, otras increíbles y algunas que parecieron (y siguen pareciendo) descabelladas, le ganaron la fama de extraño y hasta de mentiroso (eso sí, generalmente benigno).
El hecho de que sus desarrollos tecnológicos y teorías sigan siendo, hasta el día de hoy, fuente de inspiración y punto de partida para las tecnologías que han definido la actual modernidad científica y tecnológica demuestra que si bien no todos lo comprendieron (ni comprenden), Tesla siempre tuvo mucho que aportar y, sobre todo, que solía tener la razón, loco o no.
9. Galileo Galilei y la teoría heliocéntrica
“Y sin embargo, la Tierra se mueve”, son las palabras atribuidas a Galileo luego de que fuera obligado a renegar de sus propias investigaciones, llegando al final de su conflicto con la Iglesia católica. Para salvar su pellejo, el científico se tuvo que tragar sus palabras y decir palabras más, palabras menos: “Sí, tienen razón, el universo entero gira en torno a la Tierra. Ustedes se las saben todas, son mis ídolos, papás”.
Amenazado, vituperado, zarandeado, encerrado y demás “ados”, Galileo se retractó públicamente de sus afirmaciones, pero en lo privado parece imposible que la pasión y entrega a la búsqueda de la verdad remitieran con tal facilidad en este individuo, sin importar las presiones de los grupos de interés fundamentalistas. En la actualidad, la esencia del cuerpo de conocimiento galileano es respaldado por los científicos de manera prácticamente universal.
10. Ernest Hemingway
El periodista y escritor “aventurero estadounidense” por antonomasia, figura de culto y de reverencia, así como objeto de ridículo y de menosprecio durante sus últimos años, Ernest Hemingway es una figura trágica y controversial. Todo el prestigio que ganó como corresponsal de guerra, voluntario humanitario y héroe aguerrido se vino abajo cuando empezó a “enloquecer” al afirmar que el Buró Federal de Investigaciones de Estados Unidos (FBI) lo estaba espiando, llegando a un punto de deterioro que lo orilló al suicidio.
Recientes documentos, entre declaraciones de amigos y familiares, así como documentos oficiales desclasificados (el archivo del FBI sobre Hemingway empezaba en 1940, cuando inició su colaboración con ellos) revelan que, de hecho, el FBI sí estaba sumamente interesado en las idas y venidas del escritor. Además, se ha confirmado que le estuvieron siguiendo por lo menos hasta que ingresó en la clínica Mayo en Minnesota, en 1960, en otras palabras, lo estuvieron espiando por lo menos durante 20 años (y probablemente hasta su muerte).