Las travesuras de cuando nosotros éramos niños no pasaban de quedarnos con el cambio de las tortillas para jugar a las maquinitas o, de vez en cuando, una ventana rota de un balonazo, pero nada de eso llegó a costarle miles de dólares a nuestros papás.
Aunque los tiempos han cambiado, hay cosas que siempre son iguales, como el silencio de los niños en la casa que significa peligro y que ahora con la facilidad que tienen para comprar cosas en Internet se puede volver un desastre para el bolsillo de los padres. Así le ocurrió a esta mamá en Estados Unidos.
Además de ser madre de tres niños, Jennifer Bryant es una estudiante de la carrera de Trabajo Social en Nueva York, y solo tiene el dinero suficiente para solventar los gastos de la casa y su carrera. Su equilibrio económico se vino abajo cuando Noah Bryant, su hijo de cuatro años, admirador de Bob Esponja y quien padece autismo, se entusiasmó haciendo compras en línea.
Noah se las arregló para usar la cuenta de Amazon de su mamá, ordenó nada menos que 51 paquetes de paletas de Bob Esponja y hasta puso la dirección de la casa de una de sus tías para la entrega del pedido.
Ya se imaginarán la cara de la mamá al ver que su hijo había comprado 918 paletas de Bob y al ver que en su perfil de Amazon tenía un adeudo de 2619 dólares. Además, como se trataba de comestibles, esta compra no podía devolverse.
Al ver que Jennifer no podía pagar esta gran deuda, una de sus compañeras de clases, Katie Schloss, abrió una petición de donativos en la página GoFundMe a nombre de la familia Bryant para cubrir el adeudo.
Cuando las personas conocieron la historia del pequeño autista Noah y sus paletas, se conmovieron y empezaron a donar. La meta eran los 2619 dólares, pero en total recaudaron 12 678.
La familia Bryant agradeció a todos por su gran ayuda y aclararon que los otros 10 000 dólares que sobraron se utilizarían para la educación de Noah. Así que esta travesura sí tuvo un final feliz.
Los niños ya saben manejar las tablets y celulares mejor que uno, por lo que hay que tener mucho cuidado con los aparatos electrónicos que dejamos al alcance de quienes son la alegría, y el dolor de cabeza, del hogar. No vayamos a terminar pagando miles de dólares por un capricho… a menos que las paletas de Bob estuvieran muy deliciosas.