En nuestra infancia moríamos por tener una figura de acción de Batman, un Caballero del Zodiaco con armadura de auténtico metal o mínimo un peluche de Pikachú original; pero siempre nos dieron las imitaciones baratas.
Y no es que no hayamos pasado muchas horas jugando con esa Espada del Augurio y la Garra Felina de plástico pintado, pero nos hubiera gustado algo que fuera por lo menos parecido al original; no como estas figuras de acción marca “patito” que no tienen nada que ver con los personajes de caricatura y película que idolatrábamos. Ningún niño podría usar estos juguetes sin desarrollar un trauma psicológico.