Es muy común que la gente acuda a una bruja como último recurso en situaciones de amores o cuando se busca trabajo, buena fortuna, etc. Sin embargo, también puede ocurrir que acudan a esta persona para llevar a cabo cosas menos gratas, como venganzas o castigos, que, supuestamente, logran impartir por medio de maldiciones o males de ojo. En TikTok se ha popularizado el término witchtok, que se refiere al uso de la brujería auxiliado por el uso de la plataforma, el cual ha ido agarrando fuerza entre los usuarios, pero, por supuesto, no todo el mundo cree en esos supuestos poderes.
Para evitar que la gente sea estafada por brujas y charlatanes que dicen tener poderes sobrenaturales y que ya abundan en la plataforma de videos cortos, Ethan Keiser, tiktoker con usuario @itsethankeiser, empresario, programador y escéptico profesional, invitó hace tres meses a cada lanzaconjuros de TikTok a que lo maldijeran. Ahora ha declarado que no le hicieron ni cosquillas porque se la pasó de pelos a pesar de que cada hechicera y estafador le lanzó su peor maleficio.
El reto aceptado: “a ver si sobrevivo”
En un video que publicó en sus redes sociales, el tiktoker dijo que estaba dispuesto a arriesgar su vida para demostrar que los demonios, las maldiciones y los hechizos no son reales. El objetivo del influencer era, por supuesto, poner en evidencia a todos los fraudulentos que se la pasan presumiendo de supuestos poderes sobrenaturales que ponen al servicio del mejor postor, usualmente con fines más que cuestionables.
Entre quienes aceptaron el reto está una bruja con “diez años de experiencia en prácticas ancestrales”, quien le contestó que era capaz de ponerlo bajo un sortilegio que afectaría irremediablemente su vida. A raíz de esa declaración, Keiser dio su permiso, públicamente, para que cualquiera con poderes místicos le arrojara una maldición. Finalmente, aseguró que documentaría su viaje para demostrar de una vez por todas si eso de la brujería (en particular la de wichtok) es real o no.
¿Adivinen qué? La brujería ni es ciencia ni funciona
En fechas posteriores al reto, Keiser dijo haber apoyado a quienes quisieron embrujarlo con todo lo que le pidieron para realizar los hechizos, llegando a enviar a una bruja un mechón de su cabello, una camisa usada y una foto… para que no funcionara en lo absoluto. Aunque los distintos maleficios eran de lo más variados, involucrando gritos, fuego y rituales rimbombantes, ninguno de ellos pareció hacer el más mínimo efecto en el tiktoker.
La maldición en la que tenía más fe venía con la garantía de funcionar entre tres días y tres semanas después, pero ya pasados tres meses, la falta de resultados hizo que Keiser declarara que quedaba demostrado, después de gozar excelente salud y hasta vacacionar por Miami, Florida, Estados Unidos, que la brujería eran puras patrañas fantásticas. Sin dudar, el influencer declaró que todas las sandeces sobrenaturales y los argumentos de algunas brujas sobre que sus creencias tienen fundamentos científicos son mentiras patéticas y sinsentidos.
Hay que matar al muchacho
Dado que nada pudieron hacer en contra del influencer, a pesar de tener todas las facilidades para ejercer sus artes ocultas, parece que el hecho de que se encuentre vivito y coleando, casi burlándose de quienes aseguran tener magia o que dicen asistir a misas oscuras, es suficiente prueba de que en realidad no hay nada qué temer de las practicantes de las malas artes, quienes parecen haber ayudado a demostrar, por medio de su impotencia, que no son más que palabras.
Finalmente, en su desesperación por explicar por qué sus maldiciones no han servido en lo absoluto, las taumaturgas han llegado a la conclusión de que la única explicación racional es que el influencer debe ser un vampiro o un hechicero, lo que lo protegería de sus poderes, pero esto, evidentemente, es descabellado. Aunque, ¿quién sabe?, quizá, a final de cuentas, las brujas tenían razón y resulta que Ethan Kaiser en realidad era un monstruo de Transilvania y solo se está burlando de nosotros. Siendo así, habrá que reclamarle al insidioso chupasangre por engañarnos y vituperar a las pobres brujitas la próxima vez que sorprendamos a ese engendro del conde Drácula tomando el sol en una playa de Florida.