Fin de año es el marco perfecto para las celebraciones de todo tipo de fiestas, ya sean bodas, quinceañeras o cumpleaños desbordados. Además, es la época en que los músicos, pobres almas en pena, consiguen más jale y hacen su agosto. Pero a veces las condiciones de trabajo son verdaderamente insoportables, en especial si vas a tocar a las montañas de alguna sierra.
Por eso este grupo de músicos se desenredó del escenario y se refugió en su propia camioneta para guarecerse del aire helado y las bajas temperaturas de la sierra de Durango, en México, donde habían sido contratados para amenizar una fiesta privada. Ellos dijeron “el frío es pa’ los pendegos”.
El video que lo comprueba fue compartido en la cuenta de TikTok de Kevin Sifuentes, el encargado de tocar el bajosexto o bajoquinto en la agrupación de música norteña y regional mexicana llamada Frecuencia. Actualmente, el video se ha vuelto viral y sobrepasa el millón de reproducciones y alberga miles de comentarios.
La grabación comienza de forma curiosa, pues se ve la carpa donde todos le sacan chispas al huarache, pero en el escenario solamente se observa a un baterista tocar bajo las luces del espectáculo. Después la cámara revela el subtexto de esa imagen vacía, su realidad oculta, ya que se voltea y accede a la camioneta, donde alguien abre la puerta y descubrimos a los demás miembros de la banda acostados y semicongelados tocando a la distancia, sin ser vistos.
Que les dio frío y ya no quisieron salir a tocar. Evento pagado, música recibida. pic.twitter.com/BussPd1CF7
— tacodealacran (@tacodealacran) November 30, 2022
Por supuesto, esto ha causado las risas de los internautas, pero también la indignación de todo el gremio redoblante de los bateristas, ya que es el único que tiene que soportar las temperaturas infrahumanas. Eso sí, lo bueno es que se tiene que mover mucho y al menos entra en calor.
Pues, bueno, de perdis le hubieran echado una cobija al baterista. Estas son las responsabilidades y desdichas de un músico que tiene que ganarse la vida. Eso sí, cuando cae la marmaja o los billetes, ni quién se acuerde del frillazo endemoniado que sintieron estos cuatro.