Está bien encontrar tu propio estilo, jugar con los colores y las formas, pero siempre hay una frontera casi inadvertida que divide lo que puede ser agradable, incluso artístico, de lo que se convierte en un monumento al mal gusto.
A continuación te mostramos 21 ejemplos de lo que sucede cuando solo das rienda suelta a tus gustos y no tienes un momento de análisis en el que puedas identificar si lo que estás haciendo en realidad es un desastre que, en lugar de dar gusto, te convertirá en el hazmerreír de todos. Cuidado.