Existen días que se convierten en toda una pesadilla, sobre todo cuando las cosas no salen como se planean, y cuando además tienes una responsabilidad que puede convertirse en algo incontrolable, como un niño pequeño.
Evan Hughes había pasado unos días de calma y diversión, visitando a sus amigos en Chicago, acompañado de su esposa y su hijo de 8 meses de edad; pero todo terminó y era el momento de volver a su casa en Dallas. Pero no sería tan fácil…
Debido a las condiciones climáticas, su vuelo fue cancelado y tuvieron que esperar un día para poder salir… pero separados, ya que no había más vuelos. Él y su hijo se fueron en uno, y su esposa en otro.
La pareja decidió que Evan viajara con el pequeño en el primer vuelo, y luego su esposa tomaría otro más tarde. Toda esta situación ya había provocado cansancio en este hombre, quien abordó el avión, mismo que bajó en Atlanta, donde aprovechó para cambiar el pañal a su hijo, y luego continuar hacia Dallas.
“Este era apenas el segundo vuelo de este pequeñito (8 meses) y lo estaba haciendo muy bien, hasta que quiso ir con mi vecina en el asiento de la ventana.
“Después de unas breves presentaciones y él luchando conmigo, tratando de arrastrarse hacia ella, la mujer abrió los brazos y dijo: ‘¡oh, dámelo!’. Él (y yo, exhausto) voluntariamente aceptamos la petición de la desconocida”.
“Y exactamente 60 segundos después, puso su cabeza entre su pecho y cayó dormido… ¡El poder de los pechos!”.
Una vez que se quedó dormido el niño, la generosa mujer le dijo a este padre agotado que si quería podía tomar una siesta rápida, ya que ella estaría feliz de tener al bebé mientras él dormía.
Después de múltiples retrasos, el cansancio convenció a Evan de dejarle a su hijo y así poder tomar una siesta rápida, para recargar algo de energía.
“La amabilidad de esta extraña fue realmente algo refrescante, ya que todo se estaba convirtiendo rápidamente en uno de los peores días que he tenido en mucho tiempo. ¡Aún hay esperanza!”.
Antes de bajar del avión, Evan le pidió su dirección de correo electrónico a la buena samaritana que lo ayudó, y posteriormente le envió un certificado de regalo para Starbucks, ya que, dijo, “su acción significó todo para mí en ese momento”.
Lo que pudo ser una terrible experiencia, se convirtió en descanso y paz para todos, y como el mismo Evan dijo, si nos ayudamos más entre todos, todavía tendremos esperanza de vivir en un mundo mejor…