Si hay algo que en verdad nos gusta, son esas historias donde el karma le regresa toda su mala conducta a las personas abusivas, en especial cuando tratan mal a aquellos que ofrecen servicio al cliente, como los meseros.
Estamos seguros de que disfrutarán mucho esta anécdota, en la que un cliente le bajó el cielo y las estrellas a una mesera para después destruir sus ilusiones. Sin embargo, contrario a lo que están pensando, esta historia sí tiene un final feliz, pues la chica logró vengarse de la mejor forma posible: dejándolo en ridículo frente a su cita.
En mayo de 2021, una chica identificada en Reddit como tamiraisredditing publicó en el subreddit Tales From Your Service, la historia de cómo le dejaron una propina de 100 dólares para luego reducirla. Resulta que ella le brindó servicio a una mesa en donde se encontraba un hombre con su cita. Ellos se veían de buen ánimo y no escatimaban en gastos. De hecho, pidieron el vino más caro y todos los aperitivos, pues la chica no se decidía por cuál pedir.
Según la mesera, su cliente se portó muy bien con ella, agradeció cada vez que le servían algo y perdonó un error que hubo en la cocina. Parecía que la pareja lo estaba pasando bien, pues charlaron y rieron durante su velada. Sin embargo, el momento decisivo había llegado, la hora de pedir la cuenta y hacer el pago.
La mesera preguntó amablemente si la cuenta sería junta o por separado, a lo que la mujer comenzó a decir que por separado, pero fue interrumpida por su cita, quien insistió en que fuera junta, pues, según el chico, ella no debía pagar por nada cuando estuviera con él.
El joven no solo pagó una cuenta de 289 dólares, sino que sin chistar dejó una propina de 100 dólares, algo que no es común para los meseros. El hombre dijo que estaba contento con el servicio y que los meseros son infravalorados y que por eso decidió dejar una buena propina, para compensar por el buen trato que recibieron. Hizo el pago con su tarjeta de crédito, ambos se colocaron sus abrigos y se fueron.
Sin embargo, solo pasó un minuto y medio cuando el hombre volvió. Le dijo a su cita “creo que dejé mi…” y al entrar, se dirigió con la mesera, a quien le pidió, sin vergüenza ni ningún miramiento, que redujera la propina de 100 dólares a solo 20. Así es, regresó para pedir un reembolso de la propina que le había dado a la persona que lo atendió toda la noche.
Marca la propina a veinte dólares, solo estaba jugando para mi cita. Tú entiendes…
Claro que lo entendió, pero no de la manera en que su cliente lo esperaba. Sin más, y guardando una buena actitud en el servicio, la mesera solo le confirmó lo que estaba solicitando. Y aunque ella dice que en su voz no había “ni una pizca de disgusto”, su cliente le dijo:
Sí y si veo un centavo sobre los veinte allí, voy a disputar toda la comida con mi proveedor de crédito.
La mesera no solo estaba disgustada con la actitud del tipo, sino que se dio cuenta de que también le preocupaba la chica que lo acompañaba porque, sin duda, estaba saliendo con un manipulador y, de alguna manera, quería advertirle, pero no podía por estar en su trabajo. Así que se le ocurrió la mejor idea.
Cuando terminó de marcar el cambio de propina y el lúcido sujeto estaba en el estacionamiento, la mesera salió del restaurant rápidamente, arriesgándose al tráfico, solo para alcanzar al hombre y decirle en voz alta que tenía que firmar el cambio de propina para que el sistema de contabilidad pudiera registrarlo.
Señor, modificamos su propina de 100 a 20 dólares como lo solicitó, pero en realidad deberá completar un recibo diferente que refleje su nuevo total para nuestros registros. Su recibo anterior todavía tiene escrita su propina original de 100 dólares, pero como acaba de llegar y nos pidió que le cobremos 20 dólares en su lugar, no podemos tener una discrepancia en nuestros registros.
A regañadientes, su cliente hizo caso y decidió firmar el nuevo ticket, todo ante los ojos de su cita, quien lo veía sorprendida. La mesera describió que el tipo la miraba con furia, pero afirma que aunque se quedó con menos propina, se fue con la satisfacción de haber podido ayudar a la mujer a darse cuenta de la clase de hombre con el que salía, así como dejar exhibida la mala actitud de su cliente.