“¿Cuándo a casa?” Fueron las últimas palabras que Martin Pistorius pronunció antes de quedarse mudo e inmóvil por 12 años. Nadie sabía con certeza qué le ocurría, los médicos lo diagnosticaron con meningitis criptocócica y tuberculosis cerebral, pero, en realidad, era víctima de lo que se conoce como síndrome de enclaustramiento.
Todo comenzó en enero de 1988, cuando Martin, originario de Johannesburgo, Sudáfrica, regresó de la escuela con un insoportable dolor de garganta. Un año después de esa primera aflicción, el joven de 12 años articuló sus últimas palabras y perdió el conocimiento por cuatro largos años.
Sin entender porqué, el chico recuperó la consciencia progresivamente, pero, aunque escuchaba, veía y entendía todo lo que ocurría a su alrededor, su cuerpo seguía dormido. Pasó alrededor de seis años siendo un visitante fantasma, ajeno a los movimientos que otros elegían por él, indiferente al sonido de los programas de televisión que inundaban la habitación.
“Ojalá estuvieras muerto” le dijo su madre cierto día, víctima de una desesperación que Martin entendió. En realidad, no fue lo único que advirtió durante su encarcelamiento, también fue espectador invisible de los momentos más íntimos de las personas que compartían la habitación con él. Bailes frente al espejo, llanto incontrolable, hasta abusos físicos y sexuales, se convirtieron en el pan de cada día.
Pero aquel cuerpo de 25 años se negó a perder la esperanza. Durante una visita al centro especial de salud, la terapeuta Virna van der Walt descubrió vida detrás de los ojos del joven, por lo que lo sometió a pruebas que concluyeron que Martin Pistorius aún existía dentro de ese caparazón.
Con el tiempo, Martin recuperó el movimiento de la cadera para arriba y con ayuda de un ordenador, parecido al del físico Stephen Hawking, recuperó su capacidad de comunicación. Tras su milagrosa recuperación, Pistorius encontró el amor en el año 2008 y, diez años después, recibió a su primer hijo.
Actualmente, Martin Pistorius trabaja como informático y desarrollador web, pero no olvida los años que vivió como prisionero, por eso decidió narrar su historia en el libro Cuando era invisible: La increíble historia del niño que vivió 12 años atrapado por su cuerpo inmóvil, donde cuenta, con lujo de detalle, cómo sobrevivió a la cárcel de carne y hueso que fue su cuerpo por tanto años.