Aunque tomarse selfies en exceso es una enfermedad, en ocasiones una fotografía puede hacer la diferencia entre la libertad y una condena de 99 años en prisión.
Muchas personas han muerto por tomarse la selfie perfecta, pero en el caso de Christopher Precopia, una fotografía tomada por él mismo lo salvó de pasar el resto de su vida encadenado.
Chris despertó un 22 de noviembre para iniciar su rutina de costumbre e ir a trabajar en un campo de leñadores. Pero de pronto, la policía se presentó a su trabajo y lo arrestaron bajo los cargos de robo de vivienda e intención de cometer otros crímenes.
Este joven de Texas estaba a punto de ser sentenciado a pasar 99 años en la cárcel, pues su exnovia lo había acusado de entrar a su habitación durante la noche y haberle marcado una X en el pecho con una navaja.
El acusado explicó que sí había tenido un noviazgo con esa chica, pero que de eso ya habían pasado muchos años y ni siquiera recordaba cuándo fue la última vez que la había visto.
Todo eso lo tuvo que explicar detenido en la cárcel del condado de Wisconsin. Mientras tanto, sus padres intentaban reunir 150 mil dólares para la fianza de Chris; la batalla para demostrar su inocencia había empezado, pero él tenía un as bajo la manga, o mejor dicho, una selfie salvadora.
La noche del supuesto ataque, Chris estaba con su madre Erin en el hotel Northwest Austin a más de 100 kilómetros de la casa de su exnovia. Además de que varias personas que estaban en el mismo lugar podían dar testimonio de su ubicación real, ellos se tomaron algunas fotos como recuerdo de su estadía.
Gracias a que publicaron las fotografías en sus redes sociales, en internet quedó un registro preciso del lugar y la hora en la que Chris estaba de visita en el hotel; así que ya no se trataba solo de su palabra contra la de su ex, porque tenía lo necesario para demostrar su inocencia. Su madre aseguró que:
Esto es increíble. Ella dijo que sucedió el día en que puedo decir totalmente, al 100 por ciento, dónde estaba él.
Por supuesto que la policía volvió a interrogar a la acusadora y descubrieron que la antigua pareja había tenido algunos problemas por los que terminaron, y al parecer ella decidió vengarse denunciándolo por esos delitos, pero sus mentiras fueron descubiertas.
Tristemente, esta fue la realidad: un hombre acusado sin fundamentos ni evidencias, solo por capricho, y que tuvo que demostrar su inocencia. Por suerte su celular sí estaba cargado para tomarse la fotografía.