La película Un Príncipe en Nueva York se volvió realidad, pero en Washington D.C. y sin la gracia de Eddie Murphy; bueno no todo tiene que ser como un cuento de hadas.
A todos nos encantó la genial película de Eddie Murphy en la que un príncipe viaja a Estados Unidos para buscar esposa; nadie creyó que la historia se volvería realidad.
Aunque ya en nuestro tiempo muchas chicas ya no crean en el príncipe azul que las rescatará de la torre custodiada por dragones, esa historia rosa se sigue repitiendo en el mundo real.
Para todos los millenials que seguramente no han visto esa joya de la comedia, les resumimos la trama de la película Un Príncipe en Nueva York: Akeem es el príncipe de Zamunda, viaja a Nueva York y finge ser un sencillo pastor de cabras. Akeem termina trabajando en un negocio de hamburguesas, en donde conoce a Lisa, la hija del dueño y se enamora de ella.
Algo muy parecido le pasó a Ariana Austin, una chica de 33 años que creció en Nueva York y estudió en la Universidad de Harvard. Después de graduarse se dedicó a ser curadora de arte y por eso viajaba a ciudades en diferentes estados como Nueva Jersey y Washintgton D.C.
En uno de esos viajes, Ariana conoció a un sujeto en la pista de baile de un bar. Comenzaron a salir y finalmente Ariana descubrió que su cita, Joel Makonnen, era en realidad nieto del emperador Haile Selassie I y por eso un príncipe de Etiopía.
Joel había estudiado una carrera en negocios en Francia y continuó sus estudios e EE.UU. Fue entonces cuando conoció a Ariana y después de haber sido pareja por 12 años, finalmente se casaron. Qué ternurita.
Desde que se conocieron Joel le dijo a Ariana: “Tú vas a ser mi novia” y ahora la curadora Ariana pasó de ser plebeya americana a princesa de Etiopía.
En toda esta historia solamente extrañamos las ocurrencias de Akeem, el descaro de Semmi y la aparición de Samuel L. Jackson para intentar asaltar un negocio de hamburguesas. Todo lo demás quedó bien.