En agosto de 2010, las autoridades mexicanas detuvieron a Édgar Valdez Villarreal, conocido como “La Barbie”, un capo de la droga en ese país; y en ese momento su imagen con una amplia sonrisa le dio la vuelta al mundo, lo que para muchos era un acto de cinismo o, bien, de misterio, que tal parece ahora ha sido revelado al saber que también filtraba información al FBI y a la CIA.
Este hombre fue juzgado en Atlanta, Georgia, y condenado a 49 años de prisión, además del pago de una multa por 149 millones de dólares, al ser encontrado culpable de los cargos de narcotráfico y lavado de dinero, de los que él se declaró culpable para evitar una condena a cadena perpetua, que era lo que buscaban los fiscales.
Valdez Villarreal nació en Laredo, Texas en 1973, y desde los 19 años inició su carrera delictiva al ser detenido por encontrarle marihuana. En el año 2000 ya tenía una red de distribución de marihuana y cocaína en Texas, y se extendió a Nueva Orleans, Luisiana, Memphis, Tennessee y Misisipi.
Por su habilidad para este tipo de negocios, Arturo Beltrán Leyva, “El Barbas”, lo reclutó para que trabajara con el Cártel de Sinaloa y le encomendó la tarea de quitarles el mercado y las rutas de tráfico al Cártel del Golfo que dominaba en Tamaulipas, lo que desató una terrible guerra sobre todo en Nuevo Laredo, lo que le ganó la fama de ser un hombre muy cruel y violento.
Y ahora, de acuerdo con la periodista mexicana Anabel Hernández, quien tuvo acceso a un documento judicial de una corte federal de los Estados Unidos, reveló que desde 2008 hasta el momento de su detención “La Barbie” colaboraba con la DEA, la agencia antidrogas en Estados Unidos, y con el FBI, a los que daba información sobre las redes de corrupción entre los narcotraficantes y las autoridades mexicanas, sobre todo para favorecer al Cártel de Sinaloa y a los Beltrán Leyva.
De acuerdo con la periodista, Valdez Villarreal fue testigo de que altos mandos en el gobierno de Felipe Calderón le daban información de operativos, además de la identidad, fotografías y ubicación de los agentes de la DEA que trabajaban de forma encubierta en México, con el evidente riesgo que esto conlleva.
Lo descrito por Anabel Hernández ahora es confirmado por un documento judicial de una corte federal estadounidense, donde se explica que “La Barbie” daba información a través de otra persona, a la oficina de la DEA en San Antonio, Texas, así como al FBI en McAllen, Texas, y también a través de la Embajada de Estados Unidos en México.
El narcotraficante aseguró en una carta que entregaba sobornos millonarios a Genaro García Luna, entonces Secretario de Seguridad Pública en México, quien tenía una red de corrupción que también recibía sobornos de otros capos de la droga para que les permitieran operar a sus anchas en el país.
Algo que destaca también en esta información, que fue publicada en 2012, es que “La Barbie” asegura que se realizaban reuniones entre narcotraficantes y autoridades, muchas de las cuales fueron encabezadas por Felipe Calderón, entonces Presidente de México, y si era informante, entonces estos datos debieron llegar a la DEA y al FBI, pero no hubo ninguna acción, al menos, visible.
Con un amplio historial delictivo, con mucha sangre de por medio, este hombre continúa en la cárcel en Estados Unidos, y lo que desataca de esto es que la información que él le daba a las autoridades norteamericanas, estas la pasaban a oficiales en México pero que estaban dentro del mismo grupo de corrupción, por lo que nunca hubo ninguna detención de un alto mando, hasta lo sucedido con Genaro García Luna.
La sonrisa de “La Barbie” el día de su detención tal vez era porque pensaba que si había caído se llevaría a muchos y muy poderosos junto con él, pero ahora probablemente se pueda interpretar como una mueca nerviosa al ver que su trabajo como informante realmente no sirvió para mucho.