Este hombre regresó a su país luego de pasar años viajando y estudiando, pero al volver notó que el paraíso natural que recordaba había sido totalmente destruido; así que se puso manos a la obra.
Sebastião Salgado había terminado sus estudios profesionales de economía en 1994 y se mudó a Mozambique para trabajar como consejero para el Banco Mundial. Sin embargo, en ese año ocurrió el Genocidio de Ruanda en aquel lugar y Salgado decidió convertir su pasión por la fotografía para comunicar al mundo lo que estaba sucediendo.
Ya como un fotógrafo famoso, Sebastião regresó a su natal Minas Gerais, en Brasil, junto con su esposa Lélia; esperaba disfrutar del clima y la belleza natural de su querida nación. Pero se llevó una gran desilusión al ver que casi el 0.5 por ciento de los bosques habían desaparecido.
Lejos de quedarse con los brazos cruzados, este hombre comenzó una labor titánica de reforestación. Con el apoyo de Lélia, reunieron un equipo de 24 personas y todos juntos empezaron a recolectar semillas de la vegetación perteneciente a bosques tropicales de la región y a replantar árboles ya maduros.
Ya para el 2015, Salgado y compañía ya habían reforestado un área de 1,500 acres con más de 293 especies diferentes de árboles, y siguieron adelante. Este logro increíble los impulsó a crear el Instituto Terra, un organismo autónomo que opera en el valle del Río Doce entre Minas Gerais y Espírito Santo.
Gracias a ellos, las especies animales que habían emigrado están regresand a su hábitat y Salgado está orgulloso de haber contribuido a ese cambio. Sabe que el planeta pasa por una crisis y hay que hacer algo al respecto:
Quizá tenemos una solución. Solo existe un organismo que puede transformar el CO2 en oxígeno, un árbol. Necesitamos restaurar el bosque.
Este hombre es la muestra de que salvar al mundo depende de nosotros y que, por difícil que parezca, las grandes soluciones necesitan grandes voluntades.