Según Vladimir Putin el rap es un camino a la degradación de Rusia y por eso quiere que este tipo de música sea controlado por las autoridades.
En gustos se rompen géneros, y para algunos tanto el rap como el rock son música violenta porque sus letras incitan a la rebeldía y la desobediencia. Las personas que tienen esta opinión son respetadas, pero cuando una de esas personas es el presidente de Rusia las cosas se vuelven un poco más escabrosas.
La campaña de Putin contra el rap comenzó hace poco menos de un mes, el 21 de noviembre, cuando el cantante ruso Husky iba a presentarse en el Arena Hall de Krasnodar. Todo estaba listo para la presentación del artista, pero de último momento los administradores del lugar cancelaron todo.
Supuestamente habían recibido amenazas de la Fiscalía y autoridades locales de que podrían recibir multas si se presentaba más publico del esperado o hubiera cualquier otra irregularidad. Pero eso no detuvo a Husky quien decidió hacer su concierto en plena calle; subió a un coche y comenzó a cantar.
La fiesta apenas había comenzado cuando la policía llegó al lugar para detener todo y de paso llevarse detenidos a los miembros de la banda de rap. El cargo oficial que enfrentaron fue por “causar daños a los vehículos” en los que se subieron y su sentencia fue de 12 días en prisión.
Después de esto, empezó una cancelación masiva de otros conciertos de rap y hip-hop. Grupos como IC3PEAK, GONE.Fludd y Friendzone no pudieron presentarse en vivo y algunos también acabaron en la cárcel.
Nadie sabía lo que estaba pasando. Las autoridades locales, los funcionarios del Kremlin y hasta el Ministerio del Interior fueron señalados como los culpables de esta prohibición de música, pero todos ellos aseguraban que solo estaban ejecutando órdenes superiores.
La indignación popular creció tanto en las redes sociales, que las autoridades tuvieron que liberar a Husky antes de que cumpliera su condena en prisión. Mientras tanto, la especulación de quién estaría detrás de todo esto aumentaba y hasta se responsabilizaba a la FSB (antes la KGB).
Pero todo se aclaró durante una reunión de Putin con su Consejo de Arte y Cultura. El asesor Ígor Martviyenko proponía que se diera orientación a los padres de familia para que tomaran las precauciones necesarias cuando sus hijos asistieran a conciertos de rap y hip-hop, una música que consideró de origen estadounidense. En ese momento Putin tomó la palabra y dijo que Ígor había mencionado que:
El rap y todas esas cosas modernas se basan en tres pilares: sexo, drogas y protesta. De las tres, la que más me preocupa son las drogas […] son el camino directo a la degradación de la nación.
Vladimir agregó también que, debido a las letras violentas de ese género de música, debería existir una regulación de las cosas que son expresadas en sus canciones para que no inciten a la agresividad.
A Putin no le agrada dejar que las cosas marchen sin control y aseguró que en el futuro está cuestión tendrá la dirección necesaria bajo su mando.
Las críticas y protestas de la juventud en Rusia son cada vez mayores. Incluso se ha resaltado que la Iglesia Ortodoxa rusa no ha hecho ningún comentario respecto a la cancelación de conciertos de rap y hip-hop, y por ello se cree que es esta organización la que realmente está detrás de todo esto.