Esta es una historia de amor… y por los insectos. Charlie y Lois O’Brien se volvieron pareja desde hace 60 años, y uno de los factores que los unió fue su profundo amor por los insectos: ambos son entomólogos y desde hace 60 años se han dedicado al trabajo de campo, recolectando una vasta cantidad de insectos.
Esta vasta colección de insectos, ahora ha sido donada por la pareja a la Universidad Estatal de Arizona, para que otros estudiantes jóvenes puedan utilizarlos en sus clases.
Con esto bastaría para aplaudirles a estos dos profesionales, pero hay algo más: según la universidad esta colección ¡tiene un valor de 10 millones de dólares! También han señalado que la colección está escrupulosamente cuidada, por lo que se trata de “un regalo transformador”, con “un alto valor científico”.
Por si esto fuera poco, la pareja también donó ¡2 millones de dólares!, esto para apoyar a los profesores de esta universidad en sus investigaciones para descubrir nuevas especies.
En la colección se pueden encontrar más de un millón de gorgojos, que son los favoritos de Charlie. Por su parte, Lois prefiere a los efemerópteros, de los cuales habían juntado 250,000 ejemplares…
Esta pareja se conoció en los 50, justamente en esta universidad. Ahora Lois tiene 89 años y Charlie 83. En aquellos tiempos, Lois trabajaba en el departamento de Toxicología, cuando decidió tomar el curso de Entomología. Charlie era asistente del profesor, y ahí surgió el amor…
Ambos lograron graduarse como entomólogos, aunque Lois lo logró primero, a pesar de que Charlie empezó a estudiar antes. Resulta que Charlie dejó la escuela un tiempo, pues se fue a investigar a la Antártida, donde descubrió algunas variedades de piojos en los pingüinos, así como otras variedades de insectos.
Cuando regresó de su aventura, se casaron, terminó la escuela, y a partir de su “luna de miel” en Canadá, comenzaron a recolectar insectos en pareja, y de ahí viajaron a diversas partes del mundo con este fin.
Durante todo ese tiempo se dedicaron a recolectar, examinar, etiquetar y almacenar su enorme colección de insectos, en una mezcla de trabajo de campo agotador y categorización exhaustiva en el hogar.
Han vivido en Chile, Florida y Texas, y en una ocasión se fueron en automóvil desde Estados Unidos hasta Panamá, recolectando insectos durante todo el camino.
Y así han seguido hasta la fecha, solo que ahora creen que es momento de que otros se encarguen de su preciado tesoro… ¡Vaya historia!