En todo el mundo hay historias que no se le hubieran ocurrido ni al mejor guionista de cine, que nos dejan con la boca abierta de la sorpresa, como el caso de Mohammed Aisha, un marinero sirio que se vio obligado a vivir en un barco fantasma durante cuatro años, hasta que por fin pudo ser liberado y regresar a su casa. A continuación te contamos lo que sucedió.
Este hombre navegaba en la embarcación MV Aman, hasta que fue detenido en el puerto de Adabiya, Egipto, por no contar con los certificados de seguridad vigentes, así que desde el 5 de mayo de 2017 se le impidió seguir su marcha. Los contratistas no pudieron pagar el combustible, los propietarios no tenían dinero y Mohammed fue declarado “tutor legal” de la nave, por lo que tuvo que quedarse a bordo mientras el resto de la tripulación se fue.
No pasó mucho tiempo hasta que se quedó solo. Además, el barco no tenía electricidad, así que las noches eran de completa oscuridad y silencio, por lo que el marinero reconoció que varias veces pensó en quitarse la vida. También en ese tiempo recibió la noticia de que su madre había muerto y ni siquiera pudo ir a su funeral. En general, era como estar en un barco fantasma.
No puedes ver nada. No puedes escuchar nada. Es como si estuvieras en un ataúd.
-Mohammed Aisha
A lo lejos veía pasar otros barcos y trataba de comunicarse vía telefónica con sus familiares, pero eso no bastaba para aliviar la soledad que sentía, hasta que en marzo del año pasado una tormenta hizo que el barco se moviera hasta dejarlo a unos ocho kilómetros de la costa, por lo que nadaba para llegar a tierra, conseguir alimento y suministros, así como tener un poco de convivencia con otras personas. De esta manera, la carga ya no fue tan pesada.
Los ejecutivos de Tylos Shipping and Marine Services, propietarios de la embarcación, aseguraron que hicieron todo lo posible para que un juez retirara la tutela legal de este marinero, pero no lo lograron y tampoco encontraron a alguien que quisiera tomar su lugar en el barco, algo que es comprensible, pues no es un buen trabajo para nadie, en especial si se trata de una persona que odie la soledad.
A partir de diciembre de 2020, la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte se hizo cargo de su caso y no solo han logrado que se le permita dejar el barco, sino que lo han tomado como estandarte para iniciar una lucha y que este tipo de abusos no se presenten más, pues cuatro años es demasiado, aunque al menos durante la pandemia se aisló y no tuvo riesgo de contagiarse.
Todo esto se pudo evitar si desde el primer momento los dueños del barco se hubieran hecho responsables de la situación y hubieran facilitado la salida de Mohammed. Sin embargo, parece que esta es una costumbre de las empresas, ya que de acuerdo a la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte, actualmente hay 250 casos similares que se encuentran activos. Además, tan solo en 2020 se supo de 85 marineros que están abandonados en una embarcación.
Por fortuna, Mohammed ya voló a su hogar y antes de abordar manifestó que todo esto es como si hubiera estado en la cárcel por un crimen que no cometió y ahora por fin podrá reunirse de nuevo con su familia después de cuatro largos años en los que estuvo solo y todo porque asumió una responsabilidad que no era suya.
Este tipo de casos son lamentables. Ojalá que pronto se tenga una regulación para que no se permita que pasen tanto tiempo abandonados, ya que a fin de cuentas, si las embarcaciones no tienen la documentación necesaria, es responsabilidad de las empresas, no de los trabajadores. De verdad, esta historia puede superar cualquier ficción.