Sabemos que los abuelos hacen cualquier cosa por ver felices a sus nietos, aunque también hay jóvenes que se esfuerzan para que sus abuelitos cumplan sus sueños y poder verlos con una enorme sonrisa. Existen personas que se pasan la vida trabajando para sacar adelante a su familia y se olvidan de ellos, de lo que siempre quisieron, pero al menos en este caso, para eso están los nietos.
Alberto López tiene 76 años y la mayoría de ellos los pasó trabajando como mesero en el Café Roma, en Argentina, y al ganar poco, su dinero se iba en sostener a su familia. Su ilusión siempre fue tener un automóvil, pero la situación económica no se lo permitió, hasta ahora que su nieto Gonzalo lo sorprendió con un regalo que no se esperaba.
Alberto ya está retirado y hace unos meses murió su esposa, así que su nieto pensó que sería buena idea agradecer todo el esfuerzo y cariño de su abuelo, regalándole un automóvil. En la noche de Año Nuevo, Gonzalo llegó a su casa, conduciendo un Renault 12, del año 93, el cual había visto desde hace tres años y estaba ahorrando para comprarlo.
Su abuelo prefiere los modelos antiguos “porque son irrompibles”, así que cuando vio el Renault que era propiedad de un amigo, le dijo que cuando quisiera venderlo, él se lo compraría para darle ese regalo a su abuelito. El momento llegó y Gonzalo cumplió con su palabra.
Al saber el precio del automóvil, se dio cuenta de que no le alcanzaba con lo que había ahorrado con su trabajo de empleado administrativo y como DJ los fines de semana. Para completar la cantidad vendió su motocicleta y ahora sí ya estaba todo listo para comprarlo. Sin duda, un gran esfuerzo para ver feliz a su abuelito.
Pero eso no fue todo. La muerte de su abuelita estaba reciente, así que Gonzalo organizó un festejo familiar para que don Alberto no se sintiera tan triste en Año Nuevo y, de paso, aprovechar la ocasión para llevarle su regalo. Alquiló una quinta, puso luces y música para convivir con sus familiares y, como cereza del pastel, llegó con el Renault.
Fue un momento muy especial porque ver sonreír a mi abuelo es hermoso. Él siempre ayudó a todos sus nietos y se merecía una recompensa. Estoy feliz por él. Igualmente, nada de lo que pueda hacer será suficiente para agradecerle las horas de juego que me dedicó y las enseñanzas que me dejó.
-Gonzalo
Sin duda, un momento que ninguno de los dos olvidará. Mientras tanto, nosotros aprendimos que siempre debemos ser agradecidos con quienes han dado su vida por nosotros, ya sea con un auto, un abrazo o un beso, pero hay que hacerles saber a esas personas lo importantes que son para nosotros cada día.