Llega una edad en la que da pena pedirle dinero a los papás, pero este tipo exigía que sus padres lo siguieran manteniendo, a pesar de que ya no vivía con ellos, y se convirtió en el colmo del descaro.
Un joven – ya ni tan joven – de 24 años, presentó una demanda a la Audiencia de Barcelona, en España, para exigir que sus padres le dieran una pensión alimenticia. No podía mantenerse solo y, aunque ya se había emancipado, quiso que papá y mamá le siguieran dando dinero.
Cuando cumplió los 18 años, no trabajaba, ni estudiaba y vivía con sus papás. Se matriculó en un curso de Formación Profesional y le dieron una beca, pero el dinero que recibió se lo gasto en hacerse un tatuaje. Discutió con su papá por eso y terminó yéndose a casa de sus abuelos.
Después de 6 años se arrepintió y quiso continuar con sus estudios. Así que demandó a sus padres, ya en ese entonces divorciados, para que cubrieran sus necesidades porque según él que esa era su obligación, aunque ya había demostrado ser un bueno para nada.
Obviamente el juzgado de la Audiencia rechazó su absurda demanda. Le explicaron que al cumplir 18 años e irse de la casa de sus papás, se le consideraba un adulto, y que la responsabilidad de sus padres se terminó.
Además de que le negaron su petición, el juez le dio un largo sermón sobre cómo estaba disfrazando su incapacidad para trabajar con un “proyecto académico” que realmente no le interesaba. Si tanto quería estudiar, ya debía tener un trabajo de adulto para cubrir sus propios gastos. La declaración oficial de la Audiencia decía que:
Es él quien lleva las riendas de su vida y quien debe valorar qué posibilidades tiene de compatibilizar el estudio con el trabajo necesario para su mantenimiento. Estudiar sólo le será posible cuando pueda procurárselo.
En lugar de agradecer porque lo mantuvieron durante tanto tiempo, él quería seguir de mantenido a costa de sus padres que, legalmente, ya no tienen ninguna obligación para darle dinero.
Así son algunos millennials. Quieren todos los derechos y privilegios de ser un adulto, pero cuando se trata de ser autosuficiente vuelven llorando con sus papis para que les resuelvan la vida. Al menos a este le dieron el rotundo NO que tanto le hacía falta.