Charles Rigoulot tuvo una gran fama durante los años 1938 y 1943 por sus hazañas pero, a pesar de contar con muchos récords, más bien pasó a la historia como un convicto que huyó de prisión usando su enorme fuerza.
Este imponente varón era medallista olímpico, luchador profesional, piloto de carreras y actor. Entre 1923 y 1926 estableció 12 récords mundiales en levantamientos de pesas, fue el primero en levantar las llamadas ruedas de ferrocarril Apollon, de Louis Uni, y también inventó el aparato de entrenamiento conocido como Challenge Barbell. Era todo un prodigio.
A este rudo hombre nacido en Le Vésinet, Francia en 1903, le tocó vivir los horrores de la Segunda Guerra Mundial y aborrecía la ideología nazi. Aunque se trataba de una celebridad, Rigoulot perdía los estribos cuando encontraba a seguidores de Hitler y muchas veces se involucró en peleas con ellos.
Se dice que era miembro de la Resistencia francesa y una vez tuvo un fuerte pleito con un oficial nazi, al que golpeó, y Charles fue a parar a la cárcel. Este imponente hombre estaba furioso cuando lo encerraron así que decidió escapar.
Pero a diferencia de los complejos planes de escape que conocemos de las películas, a este campeón solo le bastó usar su extraordinaria fuerza para doblar los barrotes de su celda. Él salió junto con otros prisioneros que escaparon en cuanto tuvieron oportunidad.
En lugar de huir, Charles se quedó en la prisión y buscó al nazi que había golpeado. Tardó unos minutos en encontrarlo y cuando lo hizo le volvió a dar una tremenda golpiza. Le repitió los “cariñitos” para que supiera que había cometido un grave error en meterlo en prisión.
Charles falleció en 1962 por un ataque cardíaco y fue reconocido como el hombre más fuerte del mundo. Quizá el nazi a quien golpeó debería ser conocido como el oficial más desafortunado de la historia, que no recibió una sino dos tundas del varón más rudo.