Seguro ya estás cansado de tener que ir al gimnasio, de desembolsar una buena cantidad de dinero y de tener que limitar tu consumo de comida y cerveza con tus amigos para no desaprovechar esas horas intensas invertidas entre brincos y pesas.
Pues todo eso terminó, ya que la nueva tendencia son los vientres “blandos”. O al menos esos lo que las chicas dicen…
Para ir entrando en materia, te dejamos este tema musical:
Según la página Fofisanos.com este es el origen:
“Dios creo al hombre fofisano y a la mujer gordibuena; Adán y Eva fueron moldeados con esos patrones y tenían claras instrucciones de mantener esos cuerpos para poder permanecer en el paraíso. Era fácil cumplir lo designado por el Señor, beber en el manantial de la cerveza, multiplicar panes y peces… pero pese a tener a su alcance los más deliciosos manjares, Eva no pudo resistir la tentación de probar la manzana, el único alimento prohibido, con el fin de reducir las curvas que adornaban su figura. Esto enojó mucho al altísimo, quien veía cómo los que habían sido el orgullo de se creación escapaban de su control”.
En la era moderna todo empezó hace unas semanas. Mackenzie Pearson, una estudiante de la Universidad de Clemson, utilizaba el balcón público de The Odyssey para lanzar su oda costumbrista al ‘dad bod’.
Con esa expresión, literalmente “cuerpo de papi”, la joven de 19 años estaba refiriéndose al atractivo que entre las chicas de su edad suscita el hombre joven suficientemente sano pero de cuerpo ligeramente fofo, no gordo.
“El ‘cuerpo de papi’ es un equilibrio agradable entre una panza cervecera y el ejercitarse”, escribe Pearson. El “cuerpo de papi” es ese tipo “gordiflaco” que dice: “Voy al gimnasio ocasionalmente, pero también bebo generosamente los fines de semana y disfruto de comer ocho porciones de pizza de una sentada”.
El “fofisano” sería la versión ligeramente desmejorada del hombre que estuvo en forma; su evolución cuando el aspecto corporal pasa a importar menos que disfrutar de los pequeños placeres de la vida, lo que queda del galán deportista después de ganar alguna que otra llantita por culpa de una vida que se ha vuelto demasiado sedentaria.
Y, aparentemente, las mujeres jóvenes están emocionadas por este tipo de hombres. Porque “hay algo en el cuerpo ‘fofisano’ que hace que los chicos parezcan más humanos, naturales y atractivos”, dicen.
“Desde un punto de vista puramente estético, ha llegado el momento de los cuerpos que no parecen sobretonificados sino vivos”.
Mackenzie Pearson
En los últimos días, su post ha generado una cantidad sorprendente de respuestas, reflexiones, comentarios y listas varias que giran alrededor de una etiqueta que viene a ser al cuerpo y sus estereotipos, lo que el normcore fue a la moda. En realidad, no se trata de un debate nuevo. El otoño pasado, la periodista Maya Singer ya vaticinaba desde las páginas de Style.com que el cuerpo de 2015 sería normcore, o normal.
El “fofisano” es exactamente eso. La novedad reside en el hecho de que esta vez no es la mujer, sino el hombre, quien está en el centro del debate.
La mujer señala públicamente al “fofisano”, al varón de cuerpo blando, cómodo en sus carnes, como imán sexual…
Sin embargo, esta súbita atracción por este tipo de cuerpos, parece ir más allá. La idea de rechazar estándares de belleza poco razonables es siempre positiva. Sin embargo, detrás del revuelo mediático que ha generado el ‘cuerpo de papi’, que ni siquiera es un concepto nuevo, parece latir una clara ansiedad cultural relacionada con la imagen corporal no tanto de ellos, sino de ellas.
Basta acudir a algunos de los puntos que Pearson expone en su post como razones por las que las mujeres se sentirían hoy en día más atraídas por estos hombres comunes, ligeramente gordos, que por el típico Adonis de cuerpo esculpido a conciencia:
Primera razón: no nos intimidan
“No queremos a un chico que nos haga sentir inseguras en relación a nuestro cuerpo. Ya somos nosotras suficientemente inseguras”.
Segunda razón: no nos eclipsan
“Nos gusta que la gente diga ‘qué buena pareja hacen’. Pero también nos gusta ser el centro de atención. Nos gusta parecer delgadas, y cuanto más grande sea el chico, más pequeñas nos sentimos y menos lucimos a su lado”.
La reivindicación del “fofisano” no parece responder a un cuestionamiento “político”. No parece que su intención sea poner en entredicho unos cánones corporales demasiado rígidos, ni evidenciar las constantes presiones que nos empujan a buscar una perfección utópica.
La mujer a la que se refiere Pearson en su texto no parece aspirar a rechazar las imposiciones de esos cánones, sino a sobrellevarlos de la mejor manera posible. Y lo mismo podría decirse del hombre al que ellas consienten, que se diría poco dado a devolver esa concesión hasta hacerla recíproca, ya que, por lo regular, un “fofisano” buscará a una chica delgada, de buen cuerpo…
Todo empieza a cambiar…