Liam Neeson es un ícono de la pantalla, tan así que cuando vemos que está involucrado en algún proyecto, sabemos que la cinta será un éxito y que él tendrá un papel realmente dramático e intenso. Sin embargo, quizá nunca antes nos hayamos detenido a pensar qué tanto de eso es mera actuación y qué tanto es el verdadero dolor y pasión el hombre que lo actúa. El 7 de junio, Neeson cumplió 70 años de vida, la cual ha sido tan larga como digna de una verdadera épica de drama.
De orígenes humildes, incursionó en la actuación a sus tiernos 11 años luego de una infancia de luchas y dificultades (comenzó a practicar boxeo a los nueve años), pero su carrera cinematográfica no despegaría sino hasta 18 años después. Mientras tanto, Neeson batallaba con el estudio, trabajos miserables y problemas tanto familiares como personales. Sin embargo, se ha consagrado como un actor legendario y le deseamos feliz cumpleaños al recordar sus orígenes.
Inicios: contracorriente
Parece que una constante en la vida de Neeson es la lucha contra fuerzas que buscan empujarlo y derribarlo. Nacido William John Neeson, fue criado en el seno de una familia católica, viviendo en una comunidad prominentemente protestante (Balymena) durante una época de guerra que se trata de suavizar con el eufemismo “la Época de los Problemas”. Su padre, Bernard, era conserje de escuela primaria y su madre, Katherine “Kitty”, era cocinera. Ambos proveyeron al actor y a sus tres hermanos aunque, como rememora el actor, “el dinero escaseaba, incluso con los dos trabajando”.
Según Neeson, sus recuerdos de infancia más felices eran aquellos de sus jornadas de labores en la granja de su tío en verano, empacando paja y ordeñando vacas. En su casa, la cosa era difícil, pues la vida diaria giraba en torno a la escuela, situación que se le dificultaba por venir de una familia católica y tener que seguir una educación formal protestante. Además, en el contexto de la guerra, hubo ejecuciones de partisanos por parte de autoridades inglesas y la violencia doméstica en los hogares vecinos no era rara. De hecho, el actor confesó que todo eso lo dejó con un síndrome de estrés postraumático.
Estudios y vida laboral
Sus padres fueron un ejemplo a seguir para Neeson durante prácticamente toda su vida. En cuanto tuvo la fuerza para trabajar, empezó a desempeñarse en los más diversos empleos. El actor confiesa que “siempre estaba trabajando: ya sea en el campo, en construcciones o en la planta de embotellado” durante sus periodos vacacionales o de asueto.
Y si no estaba trabajando, estaba boxeando como amateur, disciplina que adoptó desde sus nueve años y practicó activamente hasta los 17. De hecho, durante esa época conoció a su ídolo de juventud, el boxeador y campeón olímpico de 1956 Freddie Gilroy, con quien se retrató en 1962. A pesar de que nunca tuvo descanso durante su juventud, el actor asegura que no todo fue malo.
La actuación: un sueño lejano
A pesar de prácticamente no tener tiempo libre, Neeson siempre se las ingenió para disfrutar del séptimo arte en cualquier ocasión que podía permitírselo. Entre películas de vaqueros y comedias de la época, el joven fue descubriendo y fomentando su amor por el mundo de la actuación. A sus 11 años estaba involucrado en producciones escolares a pesar de su timidez, pues sintió que algo había allí para él.
Pero las escuelas de actuación son caras y aquellas a las que quiso ingresar tenían matrículas fuera de sus posibilidades, así que se dedicó a estudios más prácticos para recibir instrucción de educador mientras trabajaba de asistente de reprografía, ganándose el sustento. Sin embargo, su inquietud por la actuación nunca remitió y eso lo llevó a tener su gran oportunidad.
Una estrella en ascenso
Por mera casualidad, mientras buscaba algún papel que pudiera desempeñar, para satisfacer su inquietud por actuar, tuvo la fortuna de hablar directamente con la afamada dramaturga Mary O’Malley, quien lo metió al mundo de la actuación en teatro. Ese fue su inicio como actor profesional, uniéndose al teatro lírico de Belfast durante dos años. Luego vino su transición a la TV y al cine.
No he de haber sido terriblemente bueno, pero supongo que ella vio algún tipo de pasión en mí, o algo así (porque me puso a actuar).
Con actuaciones más bien secundarias en series de TV y películas de televisión, como Play For Today (1978), Pilgrim’s Progress (1978) y Christiana (1979), así como con su experiencia en teatro, el actor irlandés pudo participar en Excalibur (1981), que sería rodada en Irlanda, producción que logró que “se enamorara locamente del cine”… y de Helen Mirren, evidentemente, su “primera novia célebre”. Así, cimentó sus bases para su carrera.
Los 90, “su década”
Aunque para inicios de los años 90, el actor irlandés ya se había consagrado como un actor de carácter hecho y derecho, con participaciones en clásicos como Motín a bordo (1984), La misión (1986) y Sala de espera al infierno (1988), compartiendo la pantalla con famosos como Anthony Hopkins, Robert De Niro y Clint Eastwood, todavía estaba por alcanzar la cúspide de su carrera.
Su papel como Oskar Schindler en La lista de Schindler (1993), de Steven Spielberg, es un punto de inflexión en su carrera y es el momento en que realmente empieza a brillar y a ser reconocido como un ícono del séptimo arte, pues es nominado en los premios Óscar, los Globos de Oro y BAFTA como Mejor actor por su interpretación. A partir de ese momento, se convierte en una auténtica leyenda. Poco después vinieron Nell (1994), Rob Roy (1995), Los Miserables (1998) y hasta Star Wars Episodio I: La amenaza Fantasma (1999). Además, en 1994 se casó con la actriz Natasha Richardson, con quien tuvo dos hijos, Micheál y Daniel, y a quien describe como el amor de su vida.
Tragedias y la voluntad de seguir
Si bien podría pensarse que la vida de Liam Neeson es una historia de victorias frente a la adversidad, la cosa interesante de las dificultades es que nuca terminan y solo se multiplican conforme las vamos superando. En el 2000, el artista sufrió un accidente de moto que apenas logró sobrevivir con el apoyo y amor incondicional de su esposa, media naranja y madre de sus dos hijos, Natasha Richardson. Parecía que Neeson había logrado finalmente establecerse tranquilamente, pero nada es para siempre.
Desafortunadamente, en 2009, la actriz británica perdió el control durante una sesión de esquí en Canadá y terminó golpeándose la cabeza contra el hielo, provocándole muerte cerebral a sus 45 años. El hecho amenazó con sumergir al actor en una profunda depresión, lo que combatió trabajando a marchas forzadas para salir adelante. Diez años después, murió su sobrino luego de un coma de tres años y su madre, Kitty, murió a los 94 años el 6 de junio de 2020, un día antes del cumpleaños número 68 del actor. Al respecto de su pérdida, el actor dijo que aprendió “a vivir y amar todo los días, como su fuera el último, pues algún día lo será”. Así, hoy también, a sus 70 años, el actor sigue levantándose a vivir, amar y a darlo todo.