La vida de Nanay y Tatay no era nada fácil por la situación de pobreza en la que vivían. Pero entre todas las carencias materiales por las que atravesaban, eran ricos en dar amor a los demás.
Esta pareja tomó la decisión de adoptar a un pequeño de nombre Jayvee Lazaro Badile II, a quien educaron y cuidaron, tratando de darle lo que estaba a su alcance para que se convirtiera en un hombre de bien, y lo consiguieron.
La familia ha vivido siempre en Filipinas, pero al principio lo hacían en un barrio pobre, en una casa muy modesta, como se puede ver en la imagen; sin embargo, lo que faltaba de dinero lo suplían con mucho cariño y fuerza para creer en que un futuro mejor podría llegar.
Cuando Nanay y Tatay me adoptaron, no llevábamos una buena vida. Nanay es vendedora, Tatay es cargador. Ahora que tengo la oportunidad de devolverles algo de lo que me han dado, me voy a asegurar de que vivan sus sueños, más de lo que podrían imaginar.
—Jayvee Lazaro Badile II
Jayvee fue adoptado desde que tenía tres meses de edad, y recuerda que siempre fue difícil la situación, ya que en ocasiones solo hacían dos comidas al día. Desde temprana edad tuvo que empezar a trabajar para poder ayudar con los gastos familiares y seguir estudiando.
La casa en que vivían era de solo 20 metros cuadrados, por lo que el sueño de sus padres siempre fue el de tener un espacio más amplio y bonito para la familia.
A través de su cuenta en Facebook, Jayvee fue contando su historia con imágenes, mostrando el lugar en el que pasó su infancia y juventud, que también era el lugar en el que su madre vendía una variedad de artículos para poder subsistir.
Gracias a su esfuerzo en los estudios y a que está acostumbrado a una disciplina de trabajo, este joven se convirtió en un exitoso profesionista, con buenos ingresos, con lo que poco a poco fue dejando atrás su vida de carencias.
Pero lo más importante de esto es que nunca se olvidó de Tatay y Nanay, quienes le dieron todo, y era momento de pagarles cumpliendo su anhelado sueño de vivir en un bello lugar.
En todo el proceso de planeación y construcción estuvo vinculada la familia, para que la casa quedara justo como la habían imaginado.
Pagué en efectivo por la casa y la construyeron en un año. Tiene siete habitaciones y no nos trajimos nada de la antigua casa, excepto una televisión que les había regalado a mis padres la Navidad anterior.
—Jayvee
Pero la enorme casa no fue todo, sino que también comparte su riqueza con toda la familia, como en deliciosas cenas y viajes.
Sobre todo, como sus padres le enseñaron, lo más importante es la convivencia con la familia, ya que lo material viene y va, y ahora que lo tienen hay que disfrutarlo juntos.