Don Edmundo Sánchez tiene 78 años y es un ejemplo a seguir. Desde hace varios años reside en Los Ángeles, California y diariamente a las 5:00 a.m. llega al mercado a recoger las flores que vende en la avenida Normandie y la autopista 10, pero eso no es todo. Este señor ha demostrado que el dinero no es lo que importa, sino la amistad y lo que podemos hacer por la gente que lo necesita.
Edmundo usa el dinero que gana con la venta de flores para cubrir sus necesidades. Además, desde hace tiempo, está ahorrando para regresar a México, lugar del que es originario y donde quería iniciar su propio negocio luego de 35 años de haber dejado su natal Puebla. Sin embargo, a veces cuando hacemos planes, estos no se cumplen y en esta ocasión, él tomó la decisión de ayudar a una amiga, por lo que deberá permanecer en Estados Unidos un tiempo más.
Bertha Martín García es la propietaria del local en el mercado donde don Edmundo compra las flores, por lo que ya tienen varios años de amistad. Debido a la pandemia, el negocio de esta mujer se encuentra en una crisis que lo tenía al borde del cierre definitivo, pero no contaba con que el humilde vendedor de flores llegara al rescate al ofrecerle sus ahorros.
Cuando Bertha le platicó a su amigo que estaba por cerrar su negocio, don Edmundo le dijo que no se preocupara. Aunque al principio la mujer pensó que solo eran palabras de consuelo, se sorprendió cuando llegó y le ofreció los 4000 dólares que tenía ahorrados para regresar a su país, lo que sin duda fue un gesto que no olvidará jamás y que es un ejemplo para todos.
Con este dinero, Bertha pudo solventar algunos gastos y volver a comprar más flores para seguir con su negocio activo. Además, esta acción de don Edmundo le ha dado nuevas esperanzas para salir adelante, ya que aunque todo parecía perdido, la ayuda llegó de quien menos esperaba, pues no sabía que este hombre estaba ahorrando. Sin duda, para esta mujer lo sucedido ha sido un milagro.
Don Edmundo está consciente de que no recuperará su dinero muy pronto, pues la situación no es fácil e, incluso, ni siquiera le pidió a Bertha que le firmara algún documento por la deuda, pues confía en la palabra y amistad, lo que obviamente tiene grandes riesgos, pero esperemos que esta mujer sepa corresponder a la ayuda que su amigo le brindó y en cuanto tenga oportunidad, le pague su dinero.