Un estudio reciente de la Universidad de Ghent en Bélgica, encontró que el comportamiento poco saludable y peligroso de los hombres jóvenes los hace mucho más atractivos para sus posibles parejas.
El estudio se llama “Síndrome de Cigarro y Alcohol en hombres jóvenes: fumar y beber como estrategia de emparejamiento a corto plazo”. Dirigido por Eveline Vincke, y “explora la posibilidad de que los jóvenes varones usen estas actividades riesgosas para encontrar pareja”. Según el estudio, debido a eso, los esfuerzos gubernamentales por frenar el uso del cigarro y el alcohol producen el efecto contrario.
Tristan Bridges, escolar investigador de temas de género en la Brockport State University of New York, dice que en los 70’s, “el psicólogo Robert Brannon dio la descripción de este comportamiento con una frase: ‘Desaten el infierno’, como componente de la identidad masculina contemporánea”. Esto quiere decir que ser hombre era sinónimo de un personaje agresivo.
“Las investigaciones muestran que los hombres que experimentalmente cambian su masculineidad, son más proclives a soportar la guerra”, dijo Bridges. “Expresan más prejuicios sexuales contra los hombres homosexuales; tienen a proclamar que los hombres son superiores a las mujeres” y otras cosas similares, señala.
¿Qué significa que los hombres estén programados genéticamente para vivir peligrosamente? Bridges dice que es un fenómeno social, resultado de una división idealizada entre géneros.
“¿Hacia dónde voltean los hombres cuando no tienen a donde mirar? ¿Cómo encuentran maneras de establecer indentidades masculinas cuando su masculinidad ha sido puesta en jaque? Tomar riesgos es una manera de mostrar qué es ‘ser hombre'”.
Supuestamente, los hombres quieren tomar parte de comportamientos riesgosos como una manera de compensar el hecho de que sus identidades no son realistas. Pero, ¿porqué las mujeres prefieren esto? Bridges dice que hay “cuerpos académicos” que han tratado de retratar ese comportamiento como evolución. “Una especie de selección sexual, por la que las mujeres y sus gustos sexuales han evolucionado para encontrar a los hombres que puedan protegerlas mejor”.
Desafortunadamente, Bridges dice que tales resultados han sido muy desacreditados “porque descansan en estereotipos de humanos muy primitivos, y los problemas de adaptación que encaran son históricamente inexactos y fallan en explicar porque no sabemos nada de los humanos primeros”.
Según Bridges, no hay razón biológica por la que las mujeres se sientan atraídas al comportamiento más riesgoso. Pero los descubrimientos de Vincke muestran que las mujeres se sienten atraídas a este tipo de varones. Bridges dice que si se puede aceptar esa generalización sobre las mujeres, debe ser producto cultural y no de la evolución. “Hombres y mujeres se sienten atraídos a los estereotipos culturales de la masculineidad y la femineidad”, dijo.
“Nuestros deseos sexuales están modelados por las sociedades en las que crecemos. No todas las sociedades en el mundo creen en besarse en la boca, en el sexo oral, o en cualquier número de prácticas sexuales que me digas”, explica.
Al contrario, la masculineidad es sexualmente atractiva en nuestra sociedad cuando los hombres son dominantes, poderosos, y fuertes. Tomar riesgos se convierte en otra manera de mostrar el poder, y las mujeres tienden a admirar eso. En otras palabras, según Bridges, “si la masculineidad que toma riesgos es sexualizada en la sociedad, nos dice mucho sobre inequidad de género en nuestra cultura, más de lo que nos dice nuestra biología”.