Jesse Thistle se quedó sin hogar y era adicto a varias sustancias, como se dice “tocó fondo”. Sin embargo, lo importante en este tipo de situaciones es tener la fortaleza suficiente para salir de ese infierno y atreverse a comenzar una nueva vida. Este hombre nos demuestra que es posible salir de las circunstancias más adversas y convertirse en un ejemplo a seguir.
La vida fue dura para Jesse desde el inicio, ya que desde que tenía cuatro años, su padre le enseñó a él y a sus hermanos a robar comida de las tiendas, así que su carrera delictiva empezó muy temprano. Nació en Saskatchewan, Canadá, a donde su padre se mudó para huir de la ley y conoció a su madre, que es miembro de la tribu Métis Cree.
Desde entonces, su padre tenía problemas de adicciones, por lo que su madre se separó de él y se llevó a sus hijos, hasta que este regresó a sus vidas y le dijo que quería hacerse cargo de sus hijos, a lo que su mamá accedió. Su padre los dejaba solos y sin comida mientras se iba a conseguir drogas.
Su adolescencia fue problemática, pues empezó a consumir alcohol y drogas, lo que hizo que fuera cayendo en un pozo sin fondo, incluso negando sus orígenes indígenas e inventando que su madre era italiana, pues “así era más fácil la vida”. Completamente confundido pretendía llenar ese vacío con sustancias y malas compañías, ya que pensaba que “lo comprendían”.
Me perdí allí, durante mucho tiempo. Dicen que la droga de entrada a la adicción dura no es la marihuana, es un trauma, y eso fue cierto para mí.
-Jesse
Dejó la secundaria y se unió a una pandilla. Luego se fue a vivir con su hermano Josh, quien para entonces era policía en Vancouver, por lo que después de varias advertencias y de encontrarlo fumando mariguana, lo corrió de la casa. Así comenzó su vida como hombre sin hogar, rodando de un lado a otro y cayendo cada vez en adicciones a sustancias más fuertes.
Después de eso, me mudé de un lugar a otro, de un refugio a otro, me quedaba en los sofás de las personas, a veces un pariente me dejaba quedarme con ellos durante unos meses, pero yo era una piedra rodante, siempre estaba en el siguiente lugar. Siempre lidiando con mis adicciones, nunca obteniendo la ayuda que necesitaba.
Luego se mudó con su hermano Jerry, pero al estar drogado y encontrar el departamento cerrado, pensó que su novia estaba adentro con su hermano, así que subió a un árbol para entrar por la ventana, pero cayó y terminó en el hospital con las muñecas rotas y una pierna lesionada. Su hermano no estaba con su novia, todo fue en delirio ocasionado por las drogas.
Como ya no encontraba una solución, decidió robar una tienda para que lo metieran a la cárcel, pensando que ese sería un mejor lugar que las calles, pero al salir, volvió a consumir e inició un ciclo de entradas y salidas a prisión, hasta que decidió que ya era momento de empezar una nueva vida y empezó a estudiar.
Entró a los cursos que el Ejército de Salvación da en la cárcel y con la ayuda de otros compañeros, fue superándose, ya que prácticamente lo único que sabía era leer y escribir. Al salir, se puso en contacto con un centro de rehabilitación y por fin se pudo alejar de las drogas. En 2008 se graduó del programa educativo que comenzó en prisión y ahí mismo lo ayudaron a ingresar a la Universidad de Carlton.
El estudio se convirtió en su nueva adicción, pues se dedicaba prácticamente día y noche a sus clases y a aprender, por lo que no solo aprobó sus asignaturas, sino que se ganó el respeto de todos. Además, empezó a reconectarse con sus orígenes indígenas y con su madre. Este encuentro para él fue definitivo.
Simplemente me dieron la bienvenida al círculo y me trataron como a uno de los suyos. Hice todo tipo de entrevistas con los ancianos y viajé a todos estos sitios de batalla donde mi familia luchó en 1885 y realmente llegué a comprender mi historia y mi lugar en ella, así como mi círculo familiar.
Me completó, me hizo completo, me convirtió en un miembro de la comunidad. Volví a tener responsabilidades recíprocas con mi gente. Por primera vez en mi vida me sentí realmente en casa.
Cuando estaba en rehabilitación, conoció a Lucoe, con quien finalmente se casó. Se graduó de la Universidad de York y fue el primer estudiante indígena en hacerlo. Le ofrecieron un puesto como profesor asistente, que decidió tomar y ahora se dedica a compartir sus conocimientos con cientos de jóvenes.
Sin duda, es un gran ejemplo para todos, pues más allá de lo que pueda enseñar en las clases, su propia vida es una enorme enseñanza sobre la forma en la que se deben afrontar los problemas y que siempre existe una solución por oscuro que luzca el panorama. Felicidades a este maestro, por atreverse a luchar y cambiar.