Benjamín Klingenfeld cumplió su sueño: graduarse como abogado. Sí, tal vez no les suene nada impactante, pues miles de estudiantes se gradúan de abogados… pero muy pocos lo logran luego de salir vivos de un problema cardíaco… a los 85 años…
Pues bien, Benjamín logró pasar todos los exámenes en la Facultad de Derecho de la UBA, que hoy lo reconocen como Licenciado en Derecho, ante el beneplácito de su familia, y por supuesto de lograr un reto personal que se había planteado desde hace muchos años.
Ante sus examinadores, en el aula 55 de la Facultad, Benjamín demostró sus conocimientos, aunque uno de ellos se mostraba incrédulo sobre la edad del ahora abogado, por lo que “le tuve que decir como tres veces que sí, que tengo 85 años”, dijo.
Pero el llegar a este momento de felicidad no fue fácil. Tuvo que estudiar durante 4 años y medio, como cualquier estudiante regular, y además, en ese tiempo tuvo que luchar también contra un padecimiento cardíaco que lo llevó a cirugía.
El deseo de ser abogado, dice Benjamín, surgió desde los 70, pues empezó a tener cercanía con este tema gracias a su trabajo, pero sobre todo, recuerda, porque “Yo me juntaba a jugar con un grupo de abogados, invitado por un amigo, y siempre salía el tema. Nos divertíamos, la pasábamos bien, y bueno, eran todos abogados y entonces se hablaba de eso también. Y me gustó”.
Pero no fue sino hasta 1993 que decidió entrar a la Facultad de Derecho, pero debido a las complicaciones de traslado hasta la universidad y los horarios, decidió abandonarla.
En 2012 volvió a ingresar, e incluso recibió el permiso de la universidad para seguir llevando un plan de estudios pasado y así no tendría que recursar algunas materias, pero de nueva cuenta tuvo que abandonar la escuela, debido a “un pequeño impasse en 2013″…
Pues resulta que ese “pequeño impasse” era una enfermedad en el corazón, que lo llevó al hospital para que le colocaran un marcapasos…
“Fueron tiempos muy intensos”, recuerda su esposa Marcela.
“Hubo que tranquilizarlo, que decirle que se lo tome como un disfrute, porque él se obsesionaba con el promedio, no quería que le baje el promedio. Y estaba rindiendo 4 o 5 materias por cuatrimestre. Le tuve que pedir a Leonardo, que es el doctor que lo operó, que lo obligara a bajar el ritmo”.
Benjamín logró tranquilizarse un poco y avanzar en su sueño.
“Con la cooperación de mi señora, de mis hijos, de los profesores y mis compañeros, con los que tuve una excelente relación, pude llegar al día del último final”
Así que el gran día llegó, donde Benjamín presentó su último examen: “Y hubo un pacto de no violencia con mi señora, mis hijos, mis dos nueras y mis nietos: no me tenían que tirar huevos. Así que me llenaron de espuma”…
Luego de todo este esfuerzo, Benjamín tuvo un gran festejo, y al cuestionarle si piensa estudiar algo más, dijo: “Por ahora no. Pero quizá, quién sabe…”