Su primer empleo fue un fracaso, su esposa lo abandonó, cuidó solo a su hijo y juntos tenían que comer en centros de beneficiencia y dormir en parques o escondidos en oficinas, ¿te suena familiar?
Es básicamente la historia retratada en la película En Busca de la Felicidad, pero ese drama se inspiró en la vida real de un hombre que luchó contra toda adversidad y jamás se rindió; su nombre es Chris Gardner.
Christopher Paul Gardner nació en Wisconsin en 1954 y su infancia fue una pesadilla. Abandonado por su padre, conoció el horror de la violencia y el alcoholismo en la figura de un padrastro que maltrataba a su madre. Desde pequeño, Chris se dio cuenta de que tendría que trabajar sin descanso para hacer su vida menos miserable.
Igual que en la película, Gardner se enamoró de una joven estudiante de odontología, con quien engrendró a su hijo, Chris Jr. Para sostener a su famila, el nuevo papá se dedicó al negocio de venta de escáneres de densidad ósea portátiles, pero su proyecto fracasó y él se declaró en bancarrota.
Al ver que la familia iba en picada, su esposa decidió abandonar a Chris y a su hijo. Solos, pero siempre juntos, padre e hijo pasaron las más duras penas para conseguir techo y comida.
Tenían que dormir en parques, en los baños de estaciones de trenes y tenían que correr para hacer fila en centros de beneficencia con tal de conseguir un plato de comida. Pero Chris no desfalleció y siguió adelante.
Un día, vio a un hombre elegantemente vestido bajar de un Ferrari rojo de lujo y Chris le preguntó quién era y a qué se dedicaba. Así conoció a Bob Bridges, quien le dijo que era corredor de bolsa. El desafortunado padre decidió darle un giro a su vida y comenzar a estudiar finanzas.
Sin dinero pero con mucha decisión, Chris hacía todo lo posible para pagar la guardería de su hijo ya de dos años de edad, sin embargo las deudas se iban acumulando. Mientras desalojaba el departamento que ya no podía pagar, la policía lo arrestó por deber 1,200 dólares en multas de tráfico y fue encarcelado durante 10 días.
Ya había conseguido una entrevista con Dean Witter Reynolds para ser aprendiz de corredor en Bear Steams & Company, pero al salir de prisión no tuvo tiempo de mudarse de ropa; así que se presentó a las oficinas con el mismo atuendo con el que pasó sus días en prisión.
Con todo en su contra, Chris obtuvo el puesto de aprendizaje sin salario. Cuidaba a su hijo escondiéndolo en la oficina y siempre encontraba tiempo para estudiar durante las noches. Un año de esfuerzo rindieron frutos y obtuvo su empleo soñado; había encontrado ese pequeño momento llamado felicidad.
Hasta aquí termina la trama de la película protagonizada por Will Smith, pero lo que seguiría en la vida de Chris sería una larga carrera de éxitos. Trabajó en Bear durante cinco años, mismos en los que trató de ahorrar lo más posible.
Por fin logró reunir un capital de 10,000 dólares y pudo abrir una oficina de aseroría financiera en el nuevo departamento en donde vivía y atendía a sus clientes en la misma mesa donde comía. Su empresa abrió en 1987 y durante 19 años fue creciendo lenta pero segura.
En el 2006 Chris vendió su compañía Gardner Rich & Co. en una transacción multimillonaria y se convirtió en el fundador de Christopher Gardner International Holdings. Pasó de vagabundo a magnate.
Su nueva empresa con oficinas en Nueva York, San Francisco y Chicago crearía un sinnúmero de empleos y tendría relación con diversas instituciones de beneficencia para ayudar a quienes sufrieron como él.
Para simbolizar sus logros, Chris se compró un Ferrari negro que había pertenecido a Michael Jordan; de verdad se lo merecía. Comenzó entonces a dar conferencias acerca de superación personal y asesoría financiera.
Fue en el 2003 cuando una editorial se interesó por su historia y le ofreció publicarle una autobiografía llamada En busca de la Felicidad, misma que luego se convertiría en la fuente principal de la película con el mismo nombre.
Sin duda Chris es un ejemplo a seguir y uno de sus más frecuentes consejos es que “puedes hacer dinero, puedes perder dinero, pero no puedes hacer tiempo, una vez que se ha ido, se ha ido”.
Su vida fue un calvario y ahora por fin está disfrutando haber logrado a base de sangre y sudor ese pequeño momento llamado felicidad…