Cuando tienes una familia numerosa, por mucho que se esfuercen los padres a veces no es posible darles a todos los mejores regalos de Navidad, pero lo importante es que nadie se quede sin obsequio y estar juntos a la hora de abrirlos.
Jim Annis vivió de primera mano la experiencia de quedarse sin regalos el 25 de diciembre y por eso ahora —a sus 80 años de edad— prepara todo lo necesario en su pequeño taller en casa para fabricar juguetes y regalárselos a niños de bajos recursos. Es un Santa Claus de la vida real.
Este veterano perteneció a la compañía de ingeniería 618 y terminó su servicio en 1962. Después se unió a otra clase de “soldados”, pues se hizo miembro del Ejército de Salvación en Estados Unidos y ahí su labor más importante no es fabricar carritos y juguetes de madera sino llevar felicidad a los menos afortunados.
Jim trabaja en su taller durante todo el año para dar vida a toda clase de vehículos en madera, desde carros y tractores hasta trenes enteros. Él invierte alrededor de 1,200 dólares de su bolsillo y, además, recibe ayuda de sus vecinos, quienes le llevan madera para sus creaciones.
Cuando el Ejército de Salvación se organiza cada año para entregar comida y ropa a las personas de bajos recursos en Florida, este Santa se une a la misión y entrega alrededor de 300 juguetes a los pequeños.
Él no busca ninguna retribución por su trabajo y asegura que seguirá haciendo sus juguetes para los niños hasta que el tiempo y sus manos se lo permitan. Su mayor satisfacción es ver la cara de felicidad de quienes reciben sus obsequios.
Me gusta cuando la gente me pregunta cuánto me pagan por hacer estos juguetes. Entonces yo les digo que mi paga es cuando veo la sonrisa en los rostros de los niños. Espero poder hacer esto hasta que mis dedos me lo permitan.
– Jim Annis
Cuando era niño él vivía en una casa humilde junto a sus cinco hermanos y su papá no ganaba mucho dinero. Así que él mejor que nadie sabe que hay Navidades en las que no alcanza el presupuesto para darles regalos a todos. Por esta razón Jim quiere que ningún niño vuelva a pasar por esa decepción. Se ha vuelto un Santa Claus para los niños que se portaron bien.
Los regalos que los niños de hoy esperan son consolas, celulares o tablets, pero los mejores obsequios no son los más costosos o modernos. Los que son hechos a mano —y con el corazón— son los más valiosos y esperamos que Jim pueda seguir repartiendo felicidad por muchos años más. Nosotros nos ponemos de pie para saludar y honrar a este abuelo alfa.