Después de cumplir 32 años de una condena por asesinato que no cometió, Gilbert Lee Poole Jr. por fin pudo caminar como un hombre libre fuera de la prisión de Michigan luego de que un juez revisara su caso y descubriera que en realidad era inocente y que se llevó a cabo una negligencia por una prueba de ADN que se ignoró en su primer juicio.
Ahora Poole tiene 56 años, pero su pesadilla inició en 1988 cuando apenas tenía 22, estaba solo en Michigan y de pronto se vio inmiscuido en el asesinato de Robert Mejía en junio del mismo año:
Tengo que decir que no entendía qué había pasado en 1988 cuando vine a corte para ser juzgado por un crimen que no cometí. A los 22 años y a miles de kilómetros de cualquier persona que conocía, di patadas, grité y renegué porque sentí que esto no era correcto.
El cuerpo de Mejía fue encontrado cerca de un sendero en Pontiac, Michigan, con marcas de apuñalamiento y una mordida. En ese momento, no había ninguna pista sobre el caso, hasta que la novia de Poole lo relacionó con este trágico incidente y se convirtió en la principal testigo y él en el único sospechoso.
Además, un dentista encontró que la marca de mordida en el cuerpo de Mejía coincidía con la dentadura del acusado y esta prueba fue decisiva para que le dictan cadena perpetua a Poole.
Sin embargo, este tipo de evidencias, sobre todo en este caso, han estado descartadas por especialistas y científicos por no ser precisas para dictaminar la culpabilidad de una persona.
También se descubrió sangre tanto en el cuerpo de la víctima como en una roca cerca de la escena del crimen que no coincidía ni con Mejía, ni con el acusado. A pesar de que esta prueba estuvo ahí todo el tiempo, el equipo de abogados de Poole nunca la presentaron a tiempo y, por ende, la corte falló en su contra y lo mandaron a prisión para cumplir una sentencia por un delito que nunca cometió.
Ahora, 32 años después de este penoso incidente, Poole logró liberarse de una vida en prisión, con el apoyo de su nuevo equipo de abogados del Innocence Project, una fundación que ayuda a personas como Poole a encontrar la justicia y salir de prisión. Su abogada Marla Mitchel-Cichon dio el siguiente comunicado:
La sentencia del señor Poole estuvo basada en evidencia poco confiable, incluyendo la comparación de una marca de mordida que carece de fundamento científico.
La jueza del caso está de acuerdo con la abogada de Poole, pues una marca de mordida es una evidencia descartada en este tipo de casos. Además, la muestra de sangre que no coincide ni con el acusado, ni con la víctima es motivo suficiente para liberar a este hombre.
De momento no se sabe si una investigación se volverá a abrir para traer a la justicia al verdadero asesino de Mejía, a quien siguen sin identificar. Sin embargo, debido a este grupo de abogados y a la nueva jueza, este hombre ahora puede caminar en libertad tras perder gran parte de su vida pagando por un crimen que no cometió.