En 2005, las autoridades de Orthez, Francia, recibieron algunas llamadas para alertar sobre la presencia de un joven adolescente que se encontraba solo y atemorizado. Antes de que alguien pudiera localizarlo, él mismo se presentó en el centro local de protección a menores, solo, sin un centavo, con una bufanda y una gorra que le llegaba hasta los ojos. Además, llevaba un teléfono y un documento de identidad donde se leía el nombre de Francisco Hernández Fernández, nacido el 13 de diciembre de 1989 en Cáceres, España.
Los encargados del centro no sabían qué hacer porque el adolescente no hablaba mucho, pero al final terminó contándoles que sus padres y su hermano pequeño murieron en un terrible accidente y que él quedó en estado de coma. Tras despertar, después de varias semanas, su cuidado le fue encargado a un tío, pero este lo maltrataba tanto que decidió huir a Francia, ya que su madre era originaria de este país. Al menos esa fue la historia que contó.
Al ver la situación, Francisco fue enviado a Vincent de Paul, un refugio para niños huérfanos y maltratados en la localidad de Pau, donde le proporcionaron una habitación individual, porque les dijo que tenía el cuerpo lleno de quemaduras y cicatrices ocasionadas por el accidente sufrido y le daba pena que lo vieran los otros niños. Además, lo inscribieron en el Colegio Jean Monnet, donde iban a parar niños conflictivos y de los refugios.
En esta escuela estaba prohibido que los estudiantes ingresaran con gorra, pero a él sí le permitieron usarla para evitar burlas de sus compañeros, pues les dijo que también tenía cicatrices en la cabeza. Quienes lo veían, aseguraban que tenía el aspecto de cualquier adolescente, con pantalones anchos y su teléfono colgando de un cordel que ataba a su cuello, aunque eso sí, se le veía profundamente triste.
Francisco ingresó a la escuela cuando ya había iniciado el ciclo escolar, así que el profesor de Literatura le pidió al alumno Rafael Pessoa De Almeida que le ayudara para que se pusiera al corriente, pero todos se sorprendieron porque al cabo de un tiempo era Francisco quien le explicaba los contenidos a su compañero. Además, poco a poco se integraba a la hora del recreo y se le veía más participativo en clase.
En poco tiempo se ganó la admiración de maestros y alumnos, porque era capaz de comprender y asimilar rápidamente los contenidos que veía en clase y no solo en Literatura, sino en Inglés, Música y otras asignaturas. Esta escuela era conocida por albergar a miembros de pandillas, por lo que los enfrentamientos eran constantes, pero Francisco podía convivir con una y otra pandilla sin problema, ya que todos lo adoraban.
Una noche, una trabajadora del colegio vio un programa de televisión donde hablaban de un tipo llamado Frédéric Bourdain, de 30 años, quien acostumbraba hacerse pasar por un menor de edad para engañar a la gente. Al día siguiente llegó corriendo a la oficina de la directora y le dijo: “Te lo juro por Dios, Bourdin es igual que Francisco Hernández Fernández”. Parecía algo increíble, porque de ser cierto, Francisco, o Frédéric, era mayor incluso que varios de los profesores del colegio.
Mientras el impostor estaba en clase, la policía llegó y lo detuvo. Al ver su situación, ya no tuvo más remedio que confesar sus “travesuras” y su enorme habilidad de “camaleón”, pues decía que se podía convertir en lo que quisiera. Además, declaró haber adoptado diferentes identidades en más de 15 países y en cinco lenguas diferentes, usando alias como Benjamin Kent, Jimmy Morins, Alex Dole, Sladjan Raskovic, Arnaud Orions, Giovanni Petrullo y Michelangelo Martini.
Aunque su “papel favorito” era el de adolescente afligido, declaró que también se había hecho pasar por domador de tigres y sacerdote debido a su gran habilidad para modificar sus rasgos faciales, el tono de voz y algunos movimientos. Se han ubicado pruebas de sus engaños en España, Alemania, Bélgica, Inglaterra, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Suiza, Bosnia, Portugal, Austria, Eslovaquia, Francia, Suecia, Dinamarca y Estados Unidos. Además, en un brazo tiene tatuadas las palabras Caméléon nantais, que significan “Camaleón de Nantes”.
Frédéric les dijo a las autoridades que su objetivo siempre fue “manipular, soy un manipulador”, pero algunos especialistas señalan que más allá de simple diversión o cierta maldad, hay un deseo de recibir atención y cuidado, por eso busca entrar en orfanatos, pues no detectaron desviaciones sexuales o algún móvil económico, sino puramente emocional, es decir, solo necesitaba cariño y para eso se transformaba.
Frédéric nació el 13 de junio de 1974 en París, es hijo de Ghislaine Bourdin, pero su padre ya estaba casado, por lo que no lo reconoció y abandonó a su madre, quien tenía 18 años cuando él nació. Al ser tan joven, la madre se ocupaba más de salir a bailar y beber, así que los servicios comunitarios le quitaron la custodia del pequeño y se la dieron a sus abuelos. Desde que era un niño inventaba historias sobre su padre en el colegio, por ejemplo, decía que era agente secreto británico.
Las historias siguieron avanzando y luego empezó a “transformarse”, logrando que lo ingresaran en orfanatos donde le proporcionaban el cuidado que buscaba. Sin embargo, al cumplir 18 años, esto ya no era posible o al menos no para alguien normal, pero para un camaleón como él, esto no fue un obstáculo. Lo increíble del caso es que las autoridades no han podido castigarlo ni ingresarlo a un hospital de salud mental, ya que los especialistas aseguran que no padece ninguna enfermedad de este tipo. Una historia extraordinaria.