Un francotirador inglés reveló cómo es “cazar” humanos y luego vivir el infierno psicológico. El soldado retirado explica el difícil proceso para ser francotirador y el entrenamiento posterior que consiste en “aprender a cazar otro humano sin ser atrapado”, pero ningún entrenamiento prepara para lo que vivió en el campo de batalla.
Ser un francotirador es mucho más que solo disparar con precisión un arma. Cuando un tirador ha terminado su entrenamiento termina siendo un atleta de alto rendimiento, espía y experto en balística y en clima. Eso si pasa la primera fase. Este es el relato que hizo a LadBible:
El entrenamiento
Los reclutas son sometidos a 10 semanas muy extremas con tantas matemáticas como entrenamiento de puntería, además de muchas semanas de pasar con los codos en el barro. Muchos nunca llegan a la meta y ciertamente es mucho más fácil fallar que pasar las pruebas.
Kenny Watson viene de una larga tradición en el servicio militar y estaba muy contento consigo mismo cuando terminó el entrenamiento con honores.
“Odié cada día en el regimiento de infantería. Veía a los francotiradores como los tipos más duros, la crema del batallón y el regimiento. Quería lograr algo así algún día”, dijo a LADbible.
“El día más orgulloso de mi carrera fue cuando el comandante me pasó mi bolsa de francotirador”, recuerda. Cuando recibió su rango de francotirador él ya había sido enviado a Medio Oriente dos veces, una vez en Afganistán y otra en Irak.
Dijo que esos viajes le ayudaron a sobrevivir su duro entrenamiento que describe como: “el verdadero entrenamiento de soldado. Vivir en la tierra a la intemperie y aprender a ser francotirador. Aprender a cazar otro humano sin ser atrapado”.
El campo de batalla
Pero pronto aprendería que ser un francotirador en el campo de batalla era algo para lo que no se podía entrenar. “Nada te prepara para la primera vez que sueltas una ronda con ira. Yo fui muy afortunado de haber ido dos veces antes de calificar como francotirador, pero aun así es distinto”.
“He tirado ráfagas en ira antes, pero es distinto como francotirador. Si eres francotirador, lanzas ráfagas solamente si tienes algo a que tirarle. Sin importar lo que sucedía a mi alrededor, era capaz de controlar mi respiración. Si no estás en control de tu respiración, vas a fallar”.
“El arma es tan precisa que fallarás. No perdona ni por un milímetro”.
Muchos videos en Internet de francotiradores muestran cómo le dan a bancos a miles de metros de distancia, pero Kenny dice que aunque estos tiradores están entrenados en tiros lejanos, en Medio Oriente es mucho más difícil lograrlo.
“Tratar de darle a lo que sea a más de 600 metros en Afganistán es casi imposible a causa del espejismo”, dice. “Sin importar qué hora del día sea, si hace zoom, parece que el piso de está saludando”.
“Podrías tener un espejismo a 600 metros y el objetivo se verá como que está a 200 metros de distancia”.
El factor humano
Ser capaz de darle al centro de un blanco es una cosa, pero saber que al tirar del gatillo terminarás con la vida de alguien es algo muy distinto. Para un francotirador que quiere tener éxito es necesario separarse del costo humano de su trabajo.
“Nunca lo registré en realidad. Siempre pensé en cómo mejorar el tiro. Todo lo que sentía era la patada en el hombro del arma cuando hacía el tiro”.
“Se trataba más de informar a la gente a mi alrededor de que había caído el blando. Eso era todo lo que eran para mí entonces”.
“Sentía de alguna manera que hacía justicia porque no sabía qué había hecho ese individuo a muchas otras personas y familias pues ellos mismos estaban en alguna operación”.
“Yo tratando de detenerlos era justicia. Sin embargo, en ese momento era algo como ‘¿cuántos más puedo lograr? ¿Cuántos puedo ver?’, era como ‘uno menos, ¿donde está el que sigue?'”
Y agregó: “no es que te sientas más. Estás ahí para hacer un trabajo preciso y es lo que haces. Quieres probar que eres importante en el regimiento. Por eso entrenas para francotirador”.
Pero al mismo tiempo tienes que ser humano, señala: “aprendes a sacar el elemento humano porque así debe ser. Hay demasiadas cosas sucediendo en un momento antes de que puedas tirar una ráfaga que no puedes permitirte tener una perspectiva humana de las cosas”.
Los demonios
Sin embargo el aspecto humano sigue ahí, escondido y listo para salir como un muñeco de sorpresa en la mente de cualquier soldado. Kenny sufrió de un grave estrés postraumático luego de su viaje de 2012. Además tuvo que lidiar con una herida seria por un artefacto explosivo improvisado.
“Por eso perdí mi carrera en última instancia, por mi salud mental. Simplemente no pude lidiar más tiempo con ello. Entre más empujaba el factor humano fuera de mí, más trataba de tirar la puerta para entrar”.
“Sentía mucho dolor y pensé que estaba bien, no quería que pensaran que era débil”.
El dolor mental que sufría lo llevó a cuestionar absolutamente todo lo que había hecho en su carrera y las razones detrás de ello.
“Tenía pensamientos constantes de ‘¿quién es esta gente que persigo? ¿Qué han hecho? ¿Qué caos han causado? ¿Porqué tenían que estar ahí justo cuando yo debía estar ahí?”.
“En un punto yo era un niño (yo tengo un hijo de 5 años de edad), y pensaba que yo tenía cinco años de edad y que en Afganistán había un niño de 5 años con un blanco en la nuca al que le iba a disparar quitándole la vida a medio kilómetro de distancia”.
“Mi cerebro se derritió”.
Una luz al final del túnel
Kenny recibió tratamiento por su salud mental y eventualmente fue dado de baja en 2017 tras años de ser tratado. Sus problemas crecieron al punto de que trató de suidarse porque sus demonios eran demasiados.
Recuerda que fue muy difícil tocar fondo: “la vida pasó de entrenar en las Fuerzas Especiales a no tener permiso de ver a mi propio hijo no tener carrera y un montón de medicina pasando por mi garganta”.
Afortunadamente su esposa le sugirió acudir a un seminario de salud mental para ex militares. Además dedicó mucho tiempo a construir un auto de carreras esperando que este hobby le sea de ayuda.
Correrá en abril en el Super Lap Scotland Time Attack y además se ha dedicado a juntar fondos para ayudar a hombre y mujeres que regresan de la guerra.
“Si puedo hacer algo para crear conciencia y hacer que la gente se sienta distinto, soy el más feliz. Hago todo lo posible para contar mi historia y ayudar a otros a salir adelante”, señaló.