Creían que solo era un soñador, pero este hombre se ganó el respeto de toda una ciudad por interpretar canciones de John Lennon y The Beatles en un túnel. Él solamente quería sacar adelante a su familia.
Ernesto Matarozzo sabe perfectamente que “es tan difícil vivir” cuando se tienen tres hijos que cuidar y ninguna compañera a su lado. A pesar de que la tragedia había llegado a su vida, este héroe urbano jamás renunció a su pasión por la música y gracias a ella ha merecido el reconocimiento de los argentinos. Lo apodan el John Lennon de Ballester.
Cada día, llega a la estación del Mitre en una bicicleta azul y se acomoda en un pequeño banco de tela; saca una desvencijada guitarra acústica y en medio del estrépito del túnel, Ernesto entona melodías en inglés para deleite de los habitantes de Ballester. Se ha vuelto una parte indispensable del lugar:
Yo cumplo una función. Está el guarda del tren, está el soldado jubilado sentado. Yo le doy música a la gente. Las personas que pasan se van con un tema en la cabeza. Y al que le gusta mucho me deja una monedita.
Desde niño soñó convertirse en músico y pasó su infancia escuchando las canciones del cuarteto de Liverpool. Después de muchos años, logró tocar con Conexión No. 5 en El Éxodo y también conoció al amor de su vida. Pero su periodo de tocar en bandas acabó a finales de los noventa y fue entonces cuando entró al túnel por primera vez.
Era diciembre del año 1998 cuando Ernesto empezó a cantar en la estación del Mitre. Entonaba melodías en inglés, algo que era muy inusual en aquella época así que de inmediato captó la atención de las personas. Desde su primer día, él tomó esta ocupación como un trabajo digno y honesto, con el que gana menos de 250 pesos diários.
Viviendo “un día a la vez”, Ernesto tuvo tres hijos con su compañera de vida, pero en el 2010 ella falleció debido a un ataque de asma fulminante; murió en sus brazos. Fue una terrible pérdida y el dolor lo dejó “lisiado por dentro”.
Pero el espectáculo tenía que continuar y Ernesto siguió yendo cada día a la estación que está cerca de casa de su madre, en donde vive toda la familia. A mediodía detiene su música para ir por sus tres hijos al colegio. El más chico tiene 8 años y toca la batería; la de enmedio tiene 12 y es fanática de la historia; la mayor de 16 tiene gusto por el dibujo.
Ernesto cuida a su familia solamente con lo que gana tocando en la estación de trenes de “acero y vidrio”, pero también lo contratan para que se presente en fiestas de cumpleaños y otros eventos. Al terminar su jornada, se retira sabiendo que hace lo que ama por su familia y vuelve a “empezar de nuevo”.
En una ocasión, intentaron desalojarlo de su lugar en la estación; sin embargo, se había ganado el cariño de admiradores que de forma anónima se movilizaron para evitar que echaran a Ernesto del lugar. El “poder para la gente” estaba a su favor.
En el 2017 también tuvo un grave problema porque de pronto llegó otro guitarrista que se hacía pasar por él. Cuando no podía ir a la estación por cuidar a su familia, otra persona iba y tocaba, aprovechando la fama que ya tenía Ernesto.
El guitarrista confrontó a su imitador en una acalorada discusión y dos días después un par de policías le dieron a Ernesto una citación a juzgado con una acusación falsa. La gente no abandonó a su artista y lo apoyaron para que retiraran los cargos e incluso que lo nombraran ciudadano ilustre.
Pero a él esos títulos no le interesaron. Él solo se preocupa por su familia y por seguir lllevando música a los argentinos. Es un “hombre de paz” y por ser un padre ejemplar se ha ganado todo nuestro respeto.
Aquí pueden ver un video e Ernesto interpretando A day in the life. Es la muestra de que hay talento y solo falta apoyarlo: