A lo largo de nuestra vida conoceremos a personas con condiciones bastante inusuales, pero a nadie como Adam Rainer, un hombre austriaco nacido en 1899 cuyo historial médico es bastante llamativo, pues es el único hombre en la historia que padeció acondroplastia y acromegalia a la vez.
Desde su nacimiento hasta la edad adulta, Rainer siempre fue bajo de estatura. Sin embargo, al cumplir los 21 años, comenzó a presentar un crecimiento acelerado que lo hizo llegar a medir más de dos metros. El día de hoy contaremos su historia.
Cuando tenía 18 años, Rainer medía apenas 1.37 metros, lo que lo clasificaba como una persona de talla baja, entendiéndose que la acondroplastia en un adulto es de menos de 1.47 metros.
Durante toda su infancia y gran parte de su juventud, Rainer fue pequeño y sufrió rechazo no solo en la escuela, sino al momento de enlistarse en el ejército para luchar en la Primer Guerra Mundial. Su estatura y debilidad no le permitieron cumplir ese sueño y aunque lo intentó de nuevo a los 19 años, cuando medía 1.48 metros, se lo volvieron a negar porque no tenía la altura promedio.
Rainer se resignó a que su vida estaría llena de rechazos debido a su estatura, pero todo cambió cuando cumplió los 21 años. A partir de esa edad, el hombre comenzó a presentar un crecimiento espectacular y descontrolado. A los 32 años, Rainer ya medía más de dos metros y medio.
Aunque este fenómeno fue sorprendente, también sería la razón por la que comenzaría a presentar graves problemas de salud.
A finales de la década de 1920, cuando Rainer se acercaba a los 30 años, de repente perdió el apetito, desarrolló una curvatura en la columna y comenzó a presentar dificultad para caminar. Además, quedó casi ciego del ojo derecho y sordo del oído izquierdo.
Los médicos descubrieron un tumor en su glándula pituitaria, la que controla la hormona del crecimiento. Este tumor estaba creando una sobreproducción hormonal en Rainer. A esta condición se le conoce como acromegalia, la cual presenta síntomas muy puntuales como manos y pies agrandados, frente y mandíbula prominentes y dientes más separados de lo normal. A medida que este tipo de tumores crecen, pueden comprimir los nervios ópticos, lo que probablemente sucedió en el caso de Rainer y su pérdida de visión.
Al parecer, Rainer mostró síntomas de acromegalia muchos años antes de que los doctores encontraran el tumor. Sin embargo, por su baja estatura, nadie lo notó. Por ejemplo, cuando postuló para el ejército, lo rechazaron por estar chaparrito, pero los médicos no se dieron cuenta de que tenía las manos y los pies grandes en comparación con su altura.
Entonces, en 1930, los médicos extirparon el tumor para intentar detener la sobreproducción de esta hormona. Sin embargo, había una pequeña posibilidad de que la operación funcionara, porque el tumor había estado creciendo durante 10 años. Cuando lo volvieron a medir, unos meses después, la altura de Rainer era la misma que la anterior, pero su columna se había vuelto más curva, lo que significaba que, aunque medía lo mismo, su cuerpo seguía creciendo.
Este problema en la columna se volvió tan severo que estuvo confinado a la cama por el resto de su vida y al no poder valerse por sí mismo, tuvo que ser admitido en un hogar de ancianos. Finalmente, Adam Rainer murió en 1950, a los 51 años. Aunque no se sabe con certeza su medida final, algunas fuentes aseguran que llegó a medir 2.38 metros.
Las personas con acromegalia suelen tener una esperanza de vida normal, aunque aquellos que no reciben tratamiento viven un promedio de 10 años menos, como en el caso de Rainer, quien recibió cuidados demasiado tarde. Y esta fue, varones, la historia del único hombre con acondroplastia que se convirtió en un gigante.