Constantemente escuchamos la palabra “empatía” y nos dicen que es ponerse en los zapatos del otro, es decir, sentir su dolor, necesidades, así como comprender las circunstancias en las que vive, y justamente eso hizo Jaime Carmona, un joven chileno que se encontró 300 dólares en un cajero automático y no descansó hasta encontrar a su dueño, porque sabía que seguramente los necesitaba. Eso es un gran ejemplo para todos.
En el cajero también estaba la tarjeta bancaria, así que Jaime recurrió a la ayuda de las redes sociales y compartió lo sucedido a través de Facebook, con la intención de que la comunidad lograra ubicar a Luis Villanueva Núñez, propietario de la tarjeta y del dinero para regresarle sus pertenencias. Afortunadamente ya sabemos que los usuarios de redes son muy solidarios en estos casos y la búsqueda comenzó.
Tan solo en unas horas más de 62 mil personas compartieron su publicación. Lo mejor de todo es que lograron ubicar a don Luis. Ese mismo día Jaime se reunió con el dueño del dinero en una estación de policía, donde se hizo la entrega para garantizar que no hubiera ningún problema, lo que también habla bien de este joven.
Una vez más utilizó su cuenta de Facebook para informar que todo salió bien y que don Luis ya tenía su dinero, por lo que las reacciones no se hicieron esperar, celebrando la actitud de Jaime, ya que la verdad es difícil que alguien que se encuentre el dinero decida regresarlo y, sobre todo, tomarse el tiempo para localizar a la persona que lo perdió. Esto es empatía, ni más ni menos.
Misión cumplida. Devuelto en mano y con presencia de Carabineros se devolvió su dinero y su tarjeta a don Luis. Gracias a todos los que me ayudaron a encontrarlo.
-Jaime Carmona en Facebook
Cuando pensamos en las necesidades de los demás, el panorama se aclara y entonces sabemos qué es lo que debemos hacer. Tenemos que elegir el camino correcto aunque no sea fácil, pero nos sentiremos mejor, como Jaime, quien debe estar en paz con su conciencia. Cada que se nos presente la oportunidad, hay que aplicar la empatía, pero no solo en el discurso, sino con nuestras acciones.