Cuando se dice que la prisión es una escuela del crimen, se concluye que los internos aprenden a ser delincuentes profesionales. Pero en el caso de Shon Hopwood, la prisión fue una escuela que lo preparó para convertirse en un profesor del Centro Universitario de Leyes de Georgetown.
Shon era un muchacho de Nebraska que no se distinguía por ser un estudiante de primera. Era más un tipo agradable que sabía jugar baloncesto y por esa habilidad tenía una beca estudiantil.
Pero como en sus clases regulares no le iba bien, Shon perdió su beca y se ocupó sirviendo dos años en la marina de EU.
De regreso en casa, pasó algún tiempo viviendo en el sótano de la casa de sus padres, deprimido, bebiendo y consumiendo drogas, pero trabajando turnos de 12 horas en una granja de ganado paleando abono.
Hasta que una noche, mientras bebían en un bar, el mejor amigo de Shon le sugirió que robaran un banco. Así que en agosto de 1997, Shon y su cómplice entraron a un banco y después de amenazar a los empleados y a los clientes, escaparon con 50 mil dólares.
Aunque el amigo de Shon creyó que debían regresar el dinero de forma anónima, Shon decidió que sería mejor robar otros cuatro bancos.
Cuando finalmente fue arrestado, Shon tenía 23 años y prometió al juez Richard Kopf que cambiaría el rumbo de su vida. “Eso lo veremos en 13 años” respondió el juez y sentenció a Shon a una prisión federal.
Como los patios y la cocina eran demasiado peligrosas, Shon decidió trabajar en la biblioteca de la prisión en donde comenzó a revisar libros de leyes. Fue entonces que se dio cuenta de que existían muchas inconsistencias entre los juicios de la Suprema Corte y las sentencias que cumplían los reos en las prisiones. Intentó hacer una apelación para su caso después de dos meses de investigación, pero el juez Kopf la negó.
Sin embargo, para Shon resultó interesante intentar aclarar ese rompecabezas legal de su caso. Fue la primera vez que disfrutó hacer un trabajo académico y muy pronto se dedicó a investigar otros casos, incluso llegó al punto de enviarles escritos a los abogados de sus compañeros de prisión para sugerirles estrategias legales que había encontrado en numerosos libros. Un día, los periódicos anunciaron que la Suprema Corte había aceptado una petición que había sido enviada por Shon.
El exprocurador general de Estados Unidos, Seth Waxman leyó dicha petición y le pareció tan impresionante que acudió a la prisión para conocer al recluso que había escrito un documento tan claro y bien hecho. Ahí comenzó una amistad que ayudaría mucho a que la vida de Hopwood cambiara. Shon se dedicaba a seguir estudiando libros y casos de sus compañeros como si tuviera una firma legal dentro de la prisión.
Con 33 años, terminó su condena, ansioso y preocupado por saber que no era sencillo que un exconvicto encontrara un buen trabajo. Shon planeaba casarse y estudiar una carrera, pero mientras tanto se dedicó a trabajar en un autolavado.
Todo cambió cuando, con ayuda de Waxman, un negocio familiar del rubro legal lo contrató para que les ayudara con sus escritos a la Suprema Corte.
Depués de eso, todo fue mejorando. El New York Times le solicitó entrevistas y hasta la publicación de Law Man (Hombre de Leyes), libro donde cuenta su experiencia en prisión.
La Universidad de Washington le ofreció una beca completa para sus estudios y en 2015 hizo su juramento como abogado del Circuito de Jueces de D.C. Finalmente, la Universidad Georgetown le ofreció trabajar con estudiantes en sus prácticas de apelación y se espera que sea nombrado profesor asociado de leyes.
Nadie como Shon para entender cómo trabaja el sistema penitenciario de EU. Muchos creen que por su experiencia en prisión, logra entender mejor los casos y resolverlos de maneras originales y prácticas.
Si tienes problemas legales… ¡Mejor llama a Shon!