¿Alguna vez te has preguntado qué harías con una cuenta de banco ilimitada? Hay quienes tienen el sueño de obtener todo el dinero del mundo sin esfuerzo, pero cuando a un tipo común se le presentó la oportunidad de aprovecharse de un “bolsillo sin fondo” terminó quebrándose bajo el peso del infinito dinero sobre sus hombros. Eso sí, no sin antes darse la gran vida.
Dan Saunders, un australiano oriundo de Wangaratta, Victoria, descubrió un error en el sistema bancario tras usar un cajero automático en su pueblo. Al intentar retirar algo de dinero tras una juerga, se dio cuenta de que a ciertas horas de la noche era posible transferirse dinero ilimitadamente debido a cierto error en el sistema de información de los bancos, llegando a gastar a partir de entonces hasta 1.6 millones de dólares, antes de que se entregara a sí mismo.
Millonario por error
Cuando se encontraba regresando a casa luego de una noche de juerga, Dan transfirió dinero entre su cuenta de ahorros y la de crédito, pero el sistema mostraba la leyenda “transacción cancelada”. Sin embargo, el dinero que transfirió apareció en su cuenta sin cargos a él. No le dio mayor importancia en el momento, aunque luego descubrió que a ciertas horas de la noche, por más que intentara realizar la operación, solo agregaba fondos a su cuenta, sin cargos. Esa noche terminó con 1300 dólares en efectivo, gratis.
Aparentemente, entre la 1:00 a.m. y las 3:00 a.m., el cajero en que él realizó esas transferencias se desconectaba de la red del banco, permitiéndole “transferir dinero infinito” al moverlo entre sus dos cuentas: los retiros no se estaban registrando. En un par de semanas, ya se había hecho de 20 mil dólares.
Gastando a manos llenas
La forma en que Saunders abusó de su suerte varió desde lo cotidiano (sus gastos diarios y pagar las cuentas en los restaurantes, donde hacia fiestas cada fin de semana) hasta lo extravagante, como la compra de embarcaciones y fiestas de lujo, que lo llevó a ser realmente notorio entre sus amistades, que empezaron a conocerlo como “el que siempre pagaba la cuenta”. Además, Dan dijo que usaba el dinero para ayudar a sus amistades a pagar sus deudas estudiantiles (incluso mandando a un camarada a estudiar a Francia) y para ayudar a gente en situación de calle.
Dan asegura que durante el primer par de semanas de haber descubierto “su minita de oro” se gastó unos 20 mil dólares, pero ese fue solo el comienzo de su disparatado historial de gastos que incluyó la renta, por 90 mil dólares, de un jet privado, con la intención de irse de vacaciones junto con sus amigos a una lejana isla asiática durante un fin de semana. Sin embargo, no todo era bueno, pues su estilo de vida lujoso y despilfarrador lo llevó a perder su trabajo y a su novia. Además, lo puso en guardia todo el tiempo por una consciencia culpable.
Secreto angustiante
Dan admite que la forma en que estaba consiguiendo el dinero fue un secreto para todos, incluyendo a su familia. Para mantener la fachada, explicaba que era un banquero inversor o que invertía en bienes raíces, pero todo el mundo le creía.
Sabían que tenía mucho dinero, y me inventaba una razón cada vez que conocía a alguien, a ellos no parecía importarles de dónde venía el efectivo.
Sin embargo, con mil mentiras flotando en el aire y con un cargo de consciencia que pesaba fuertemente sobre él, Dan ya no lograba ni conciliar el sueño. En sus pesadillas, equipos SWAT entraban de improviso a su casa para arrestarlo por sus crímenes y él era arrastrado fuera de su domicilio, impotente. Por un tiempo, esos terribles sueños lo despertaban a mitad de la noche, sudando y al borde del infarto.
No lo tomaron en serio
En junio de 2011, cuando ya no podía con su consciencia, Dan contactó con el banco para entregarse y le dijeron que era un asunto policial, así que la policía se encargaría. Sin embargo, dejaron el asunto en el aire por unos dos años, sin que nadie hiciera nada al respecto. Entonces, al no soportar más la situación de culpa y angustia, el hombre buscó a un psicólogo, quien rechazó su caso porque no estaba calificado para ello. Luego encontró a un otro más profesional que le dijo “quizá si te entregaras, te librarías de la culpa”.
Así, estuvo algún tiempo persiguiendo a publicaciones y programas de televisión para que lo entrevistaran e hicieran pública su historia, para que las autoridades tomaran cartas en el asunto. De no ser por su empecinamiento en ser atrapado, quién sabe cuándo, si es que alguna vez, lo hubieran juzgado. Incluso en la Corte, la cosa estaba extraña, pues ni el fiscal ni el juez entendían exactamente de qué iba la cosa.
Creí que me iban a despedazar, pero nadie sabía en realidad qué había hecho yo. Fue raro. Me declaré culpable y me condenaron a un año de prisión, pero a la fecha no creo que supieran exactamente qué pasó.
No se arrepiente de nada, excepto quizá…
A pesar de haber terminado siendo aprehendido por fraude y robo y condenado por 111 cargos relacionados con esos delitos, no hay quien “le quite lo bailado” al australiano, quien dice que no se arrepiente de explotar el error del banco en su propio beneficio. Dan fue condenado a un año de prisión y salió libre en mayo de 2016, con una orden de 18 meses de correcciones comunitarias, consiguiendo un trabajo con un sueldo de 22 dólares la hora. Aun así, fue un millonario en su momento.
Aprendí que es muy fácil perderte a ti mismo cuando te enfrentas a la tentación y, aun así, ya estoy volviendo poco a poco a ser quien solía ser, más neutral. Creo que me ocurrió como a Macaulay Culkin en ‘Mi pobre angelito 2’, cuando estás superbien en un momento dado y al siguiente instante como que ya no te está yendo tan bien… aunque eso sí, en algún momento pensé: vaya, debí haber ido a España a apostarlo todo, a final de cuentas.